Creo que
existe una cierta categoría de ideas que todos tenemos en la cabeza o que
podemos deducir simplemente, pero por cuestiones de tradición vicios
intelectuales adquiridos al final acabamos enfocando al revés. Para ilustrar
esta categoría a la que me refiero voy a ilustrarlo con una anécdota de mis
años de monitor de tiempo libre. Hace años era monitor de unos de los grupos de
juventud de mi ciudad pinto. Mis dos compañeras y yo estábamos preocupados
porque existía un núcleo de niños (nuestro grupo abarcaba como de 11 a 14 años)
que mostraban muchos prejuicios racistas y decidimos hacer unas jornadas
multiculturales para intentar atajar el asunto. Esto en general solo nos sirvió
para que nos tacharan de los monitores anarquistas y pasaran de nosotros. Pero
hicimos lo que pudimos y creo que algún bien surgió de ello. Durante dos
sesiones hicimos todo tipo de actividades intentando despertar su sensibilidad.
Como comentaba es difícil saber hasta qué punto este tipo de dinámicas
funcionaron o no. El caso es que la última sesión
acababa con una charla abierta, no tan dirigida por los adultos y los chavales empezaron a expresarse más libremente. De repente me di cuenta de que en gran parte, su racismo estaba relacionado con un gran desconocimiento. En ese momento se me ocurrió preguntar por qué existían ciertas diferencias en rasgos raciales entre distintos grupos. Una de las adolescentes se pregunta entonces en voz alta “Claro… si Adán y Eva eran blancos ¿Cómo puede haber negros?” E inmediatamente el resto se une a intentar solucionar el problema. Yo, después de recoger mi mandíbula del suelo les pregunto si no han oído nunca sobre la teoría de la evolución, el hombre viene del mono y demás. La respuesta por supuesto fue positiva. Todos eran familiares con la teoría. De hecho la chica que trajo a Adán y Eva a colación no era especialmente religiosa. Simplemente las dos ideas estaban ahí flotando en el aire y estos chicos y chicas no tenían muy claro la prioridad de una teoría sobre la otra, ni se pararon pensar cual era más plausible. Ellos ignoraban completamente porque individuos de distintas áreas geográficas poseen diferentes rasgos, y posiblemente también desconocían que distintas áreas geográficas conllevan distintas lenguas, culturas y hábitos que también condicionan a cada individuo. Esta ignorancia de las raíces de la diversidad quizás es lo que les movía a no respetarla, como si los extranjeros fueran diferentes solo por tocar las narices. No sé si esto último es así, ni si saber un poco de biología básica sobre la evolución de los rasgos raciales puede hacer a la gente menos racista, pero la anécdota si me sirve de introducción.
acababa con una charla abierta, no tan dirigida por los adultos y los chavales empezaron a expresarse más libremente. De repente me di cuenta de que en gran parte, su racismo estaba relacionado con un gran desconocimiento. En ese momento se me ocurrió preguntar por qué existían ciertas diferencias en rasgos raciales entre distintos grupos. Una de las adolescentes se pregunta entonces en voz alta “Claro… si Adán y Eva eran blancos ¿Cómo puede haber negros?” E inmediatamente el resto se une a intentar solucionar el problema. Yo, después de recoger mi mandíbula del suelo les pregunto si no han oído nunca sobre la teoría de la evolución, el hombre viene del mono y demás. La respuesta por supuesto fue positiva. Todos eran familiares con la teoría. De hecho la chica que trajo a Adán y Eva a colación no era especialmente religiosa. Simplemente las dos ideas estaban ahí flotando en el aire y estos chicos y chicas no tenían muy claro la prioridad de una teoría sobre la otra, ni se pararon pensar cual era más plausible. Ellos ignoraban completamente porque individuos de distintas áreas geográficas poseen diferentes rasgos, y posiblemente también desconocían que distintas áreas geográficas conllevan distintas lenguas, culturas y hábitos que también condicionan a cada individuo. Esta ignorancia de las raíces de la diversidad quizás es lo que les movía a no respetarla, como si los extranjeros fueran diferentes solo por tocar las narices. No sé si esto último es así, ni si saber un poco de biología básica sobre la evolución de los rasgos raciales puede hacer a la gente menos racista, pero la anécdota si me sirve de introducción.
Sin salirnos
del tópico de la evolución, voy continuar con otro tipo de idea que a menudo no
tiende a confundir. En los últimos años me he dado cuenta de que una gran
cantidad de adultos con una buena educación caemos en una falacia parecida. Sin
entrar a hablar de creacionistas, que serían un caso aparte, muchos de nosotros
quizás la mayoría vemos una dirección y una jerarquía en la evolución de las
especies. Como si todas las formas de vida que han existido estuvieran buscando
convertirse en humanos inteligentes y, en algún momento de la película se
hubieran atascado en un callejón sin salida evolutivo donde permanecen hasta el
día de hoy. A continuación voy a intentar recordarnos algunas pistas de porque
esto no es exactamente así.
Comenzando
por nuestros ancestros más cercanos, yo tengo un vago recuerdo de como de
pequeño aprendí como una serie de distintos homínidos aparecían en fila transformándose
poco a poco en hombre actual. Los dos últimos eslabones eran el hombre de Neandertal
y el hombre de Cromañón. La idea era algo así como que estos ancestros se
ofrecieron a ser pasos intermedios por que pasar de mono a hombre así de tirón
no es plan. Hoy en día es conocido por la mayoría que el hombre de Neanderthal
era una especie distinta al cromañón. En ocasiones ambos habitaron las mismas
áreas hasta la extinción de los primeros. Decir cromañón de hecho es casi decir
homo sapiens. Más que nuestros ancestros se puede decir que los cromañones
somos nosotros mismos, si cabe a lo mejor un poco más brutitos. Y los neandertales
quizás hayan dejado algún resto en
nuestro bagaje genético, pero de existir sería posiblemente marginal. Para mí
eso fue un shock cuando lo descubrí. Algo que había aprendido en la escuela era
manifiestamente falso. Luego como es lógico uno se acostumbra, y hasta se
agradece. Este tipo de áreas de estudio tienen que estar necesariamente en
constante revisión, especialmente hoy en día cuando aún quedan detalles
elementales que comprender.
El
neandertal por su parte no creo que se pasara el día autoflagelándose por no
haber sabido convertirse en un humano. Los neandertales estaban extremadamente bien
adaptados a las condiciones de frío en las que vivían y es probable que si los
homo sapiens no hubiéramos tenido una evolución tan expansiva y un crecimiento
demográfico tan brutal, los neandertales
todavía habitasen la mayor parte de Europa. El neandertal no es el único caso
de homínido con un gran parecido al humano y una inteligencia muy desarrollada.
Existen otros ejemplos como el hombre florensis que habitaba el este de Asia,
el homo rhodensis y otros homínidos parecidos a nuestro ancestro el homo
erectus. Si tuviéramos la oportunidad de darnos una vuelta por el mundo de hace
algo más de 100.000 años, estaría lleno
de hombrecillos pequeños lo bastante inteligentes para liárnosla muy gorda.
Desde nuestra visión antropocéntrica tradicional a veces nos da la impresión de
que estos homínidos son una especie experimentos fallidos en el camino hacia la
verdadera humanidad. Pero si les hubiéramos preguntado, yo imagino que cada uno
de estos individuos estaba en el mundo con la intención de quedarse. Parece
posible que el competir con nosotros les pusiera fuera de juego. Pero nada en
la historia de la evolución, que cada día conocemos mejor, hace pensar que un
día nosotros no vayamos a acabar en un callejón evolutivo como el de nuestros
primos.
Este es el
caso de las especies que ahora sabemos corrían a nuestro lado en líneas
evolutivas paralelas. Pero lo mismo se puede decir los que si consideramos que
fueron nuestros ancestros directos el como el homo erectus o el australopitecus.
El homo erectus como hemos visto sobrevivió para convertirse en una de las
especies de homínidos que convivió con nosotros. Y el caso de austrolopitecus
es parecido solo que probablemente no convivió con humanos en su forma actual.
Lo que
intento transmitir es que a menudo, de forma inconsciente tenemos una fuerte
tendencia a considerar al resto de especies de homínidos extinguidos como escalones
necesarios para llegar a la humanidad plena que nosotros representamos. Pero la
biología no muestra nada por el estilo. Cada una de estas especies, son
especies de propio derecho y su camino era suyo y de nadie más por mucho que
nosotros sigamos sobre la faz de la tierra y ellos no.
Y que pasa
con las especies cercanas evolutivamente que si han conseguido mantenerse aquí
hasta el momento presente. Me refiero a los grandes primates: chimpancés,
gorilas y orangutanes. De nuevo, a
menudo cuando pensamos en ellos tendemos a considerarles en un escalón
evolutivo inferior pero… ¿Con respecto a qué? ¿Con respecto a nuestra
inteligencia? OK, puede que sean menos inteligentes y que sus cerebros sean más
pequeños, pero quien dice que la
inteligencia es el niño bonito de la evolución. Probablemente los seres que más
éxito evolutivo han tenido a juzgar por los números sean las bacterias, que nos
son precisamente listas. Daría la impresión de que hay una multitud de insectos
que también nos superan en casi cualquier criterio de éxito evolutivo que
deseemos utilizar como baremo.
También nos
gusta ver a los primates como nuestros ancestros, de los que nosotros
evolucionamos pero que decidieron quedarse ahí en el bosque en una realidad
inmutable. Para nada. Los otros primates
no son nuestros abuelos. Son nuestros primos, que han seguido evolucionando en
su propia línea por algunos millones de años. Nuestro abuelo evolutivo de hecho
no sería un gorila ni un chimpancé, sino una animal ya desaparecido (en este
caso es probable que morfológicamente más parecido al chimpancé que al resto de
primates) al haberse convertido en nosotros y nuestros primos. De nuevo nuestro
éxito actual nos ciega. Hace unos miles de años cuando la humanidad no superaba
en números a chimpanceidad, nos hubiera sido más difícil vernos como la guinda
de la creación. Y quizás un día, como especie nos volvamos a ver ahí. Nosotros
o nuestros descendientes, como quiera que estos sean.
Habiendo
expuesto este argumento con los primates, no voy a repetirlo en detalle con
otras especies. Pero esto aplica de igual forma a cualquier tipo de criatura.
Si volvemos hacia atrás recorriendo nuestro linaje desde la punta de las ramas
al tronco encontraríamos que cada cierto tiempo nuevas ramas se unirían a
nosotros. Después de los primates llegarían los monos. Después llegarían los lémures,
y en forma de algo parecido a musarañas y armadillos, las ramas de la que colgarían
el resto de los mamíferos, luego empezaríamos a encontrarnos con los ancestros
de las aves y reptiles, de los peces, moluscos e insectos, e incluso plantas
así hasta llegar a los padres de todos los seres vivos. A veces nos da por
pensar que el resto de especies se han quedado ahí congeladas desde tiempos
ancestrales y que nosotros somos lo que hemos movido toda la innovación. Sin
embargo, si retrocediéramos en el tiempo, lo que sucedería es que llegaría un
momento donde no reconoceríamos casi ninguna forma de vida como familiar,
porque todas las formas de vida se habrían convertido en algo nuevo o habrían desaparecido.
A nosotros nos gusta vernos como más evolucionados. Y si tomamos la
inteligencia como la única vara de medida podríamos dejarlo así. Pero si con
evolución, nos referimos a la capacidad de una especie para adaptarse a los
cambios en su entorno para maximizar sus ventajas reproductivas, no sé si nos
llevaríamos el trofeo. Nos gusta vernos como más evolucionados que una hormiga
o un mejillón, pero solo el tiempo dirá que evolución lleva a la supervivencia
y cual no.
Otro parámetro
que utilizamos para vernos como “más evolucionados” es quizás la complejidad.
De nuevo, no queda claro que la complejidad favorezca la supervivencia. Tampoco
tengo del todo claro que seamos la especie biológicamente más compleja. Pero
para indagar en ese tema necesitaría consultar con un biólogo que sepa de
verdad de lo que está hablando.
No es que la
supervivencia de la especie sea lo único positivo que veo en la existencia de
la humanidad como tal. Me parece increíble que como especie estemos siendo
capaces de construir sociedades en las que alzarnos por encima de cruel lucha
diaria por la supervivencia. Para mi esta es la característica más importante
de la humanidad como especie. Pero cuando uno piensa en la historia de la vida
en el planeta y en el curso de la evolución de las especies, hay que recordar
que somos especiales los unos para los otros, pero no para la evolución de la
vida en sí.
Mi intención
escribiendo esto, no es otra que recordar que a menudo tendemos a dejarnos
llevar por nuestro punto de vista antropocéntrico. Es lógico en gran medida que
esto sea así, porque al fin y al cabo tiene más sentido ponernos a nosotros y
mismos en el centro de nuestra escala de valores antes que a una sardina o un
berberecho. Pero esta tendencia a menudo lo permea todo y cuando intentamos
mirar al mundo natural de una forma científica y objetiva, metemos la pata porque
se nos ocurre que la naturaleza tiene algún tipo de interés en que nosotros
andemos por aquí. Para bien o para mal no somos especiales y creo que es algo
que debemos recordar de vez en cuando.
La idea de escribir este artículo y
algunas informaciones útiles para su elaboración provienen del libro “El cuento
del antepasado” de Richard Dawkins.
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