1905 - El año milagroso del joven Albert Einstein

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Querido Habich,
Un  silencio tan solemne se ha establecido entre los dos que casi siento como si estuviera cometiendo un sacrilegio al romperlo ahora con estos balbuceos…
¿Así que, qué pasa contigo ballena congelada, cacho de alma ahumada, secada y enlatada? ¿Por qué no me has enviado todavía tu disertación? ¿No sabes que soy 1½  que va  a leerla con agrado e interés, tío retorcido? A cambio te prometo cuatro papers. El primero trata de la radiación y las propiedades de la luz y es bastante revolucionario. El segundo determina el verdadero tamaño de los átomos… El tercero prueba que los cuerpos de un orden de magnitud de 1/1000mm suspendidos en líquidos deben moverse de acuerdo a un efecto motivado por los movimientos termales. Este movimiento de los cuerpos suspendidos  ha sido observado por fisiólogos que los llaman movimiento brawniano. El cuarto es solo un borrador en sucio en este momento y es sobre la electrodinámica de los cuerpos en movimiento que emplea la modificación de la teoría del tiempo y el espacio.
Albert Einstein
Esta carta fue escrita en el año 1904 por un licenciado en física que había fracasado en todos sus intentos de abrirse paso
en el mundo académico
debido a un carácter libre pensador e intelectualmente rebelde que le había enemistado con su tutor en la Universidad Politécnica de Zurich. Durante años el joven Albert Einstein busca por todos los medios conseguir una posición de investigador o asistente en distintas universidades siempre sin éxito. Tras años de desesperado esfuerzo se ve forzado a aceptar un empleo en una oficina de patentes en Berna que un amigo le ayuda a conseguir.
Algunos años después este joven rechazado por el mundo académico por su voluntad de no someterse intelectualmente revolucionará el mundo de la ciencia desde su oficina en Berna. En la carta que abre el texto, Einstein le informa a un excompañero de clase sobre una serie de artículos científicos que había terminado recientemente. Einstein, a pesar de haber sido rechazado, nunca se dio por vencido y siguió estudiando física y desarrollando nuevas ideas, conectado con el mundo de la ciencia profesional a través de amigos que si habían conseguido entrar en él. En la soledad de su despacho Einstein revisaba las teorías más importantes de su tiempo e intentaba buscar formas de hacerlas encajar con los resultados experimentales. Algunas de las áreas que más le interesaban eran el electromagnetismo y la gravedad. Einstein era un gran admirador de Maxwell, el matemático escocés que había formalizado matemáticamente los descubrimientos experimentales de Michael Faraday sobre el electromagnetismo. Descubrimientos como los de Maxwell y Faraday habían sido grandes avances en el estudio de la física, pero también traían consigo complicaciones.
A finales del XIX existían ciertas discrepancias entre teoría y experimento en materias de física que se hacían cada vez más incómodas. La más conocida es tiene que ver con las ondas electromagnéticas. Estas, como la luz y o las ondas de radio, son de hecho ondas. Y para los físicos del XIX esto implicaba que necesariamente se tenían que mover en un medio como las ondas en la superficie del agua o las ondas sonoras. Para ello haría falta una substancia a través de la cual estas se moverían. Teóricamente este medio existía necesariamente y los científicos lo llamaron éter. Pero el éter era elusivo y ningún experimento alcanzaba a detectarlo. Otro misterio era el del cuerpo oscuro, que básicamente sería un objeto ideal que no refleja ni trasmite ninguna radiación por lo que la absorbería toda. Un ejemplo sería la cavidad de la imagen. De acuerdo con la teoría del momento este objeto se calentaría infinitamente con la luz atrapada en él, pero los experimentos no reflejaban este resultado.
Estos y otros misterios estaban volviendo locos a los físicos más importantes del momento. Así que imagínate cual pudo ser su reacción cuando la respuesta a varios de estos puzles imposibles llega de un desconocido que trabaja en una oficina completamente desconectado del mundo de la investigación. De repente aparece un jovencillo que ha estado haciendo sus cálculos y cábalas en los ratos en los que no tenía nada que hacer. Y no solo resuelve uno, si no cuatro a la vez. Y no solo eso. Cada uno de ellos es una revolución científica de las más importantes en la historia que cambiarán radicalmente nuestra manera de entender el mundo. Por todo ello 1905 es conocido como el Annus Mirabilis o Año Milagroso de Einstein.
¿Y de qué trataban estos milagros papers o artículos? Por supuesto vamos a ver de qué tratan cada uno de ellos.
Un punto de vista heurístico sobre la producción y transformación de luz (sobre el efecto fotovoltaico)
Hoy en día todos tenemos una especie de vago concepto de lo que es un fotón. Pero como te podrás imaginar esto no fue siempre así. De hecho el concepto es bastante reciente. Ya hemos comentado que Maxwell desarrolló las ecuaciones que explican el comportamiento de las ondas electromagnéticas  de las cuales la luz visible es su representante más famosa. Anteriormente Newton ya había considerado que la luz se comportaba como una partícula. Pero a lo largo de los siglos XVIII y XIX el concepto de luz como una onda se fue consolidado hasta culminar con la teoría de Maxwell. Pero desgraciadamente la luz no es ni una partícula ni una onda, si no ambas a la vez dependiendo de cuando, donde y como te la encuentres. Algo así como si tu fueras blanco, negro u oriental dependiendo de donde estés de vacaciones. La luz es por tanto una especie de ondícula. Pero a finales del XIX esto no se sabía (y hoy en día no ha dejado de ser chocante), así que los resultados de ciertos experimentos estaban volviendo loco a más de uno.
Uno de estos experimentos es el efecto electro-voltaico. Este se da cuando iluminas una superficie metálica. Algunos electrones en contacto con la radiación de la luz se excitan (¡Si, es el término científico!) y salen disparados. Según la teoría de Maxwell cuanto más energética fuera la radiación de la luz más energéticos y rápidos los electrones despedidos. Pero en el experimento, al aumentar la radiación de luz visible a ultravioleta (más energética) la intensidad de los fotones no aumentaba, pero si se despedían más fotones. Esto dicho así puede no ser muy ilustrativo pero a los que sabían de lo que estaban hablando les daban obvios problemas.


Es entonces cuando Einstein viene al rescate. Para ello se basa en el reciente descubrimiento del alemán Max Plank de la constante que lleva su nombre. Plank, estudiando el experimento del Cuerpo Negro se da cuenta de que la única forma de encajar la teoría con los resultados es asumir que la radiación de ondas electromagnéticas es absorbida en pequeños paquetes, que más tarde se llamaran “quanta” De esta forma se evita que el cuerpo negro en cuestión aumente de temperatura infinitamente. Para ello Plank introduce en la ecuación que describe el proceso una constante realmente diminuta que sería la cantidad mínima de energía que puede ser absorbida. Plank, conservador en aspectos personales y también profesionales no estaba especialmente contento contradiciendo la tradicional concepción de la luz como un continuo, por lo que pensó que su constante no era más que un formalismo necesario para poder hacer cálculos adecuados. Fue Einstein el que se dio cuenta de que esta constante era realmente una característica intrínseca del universo en sí. Einstein postula que la luz es emitida y absorbida en pequeños paquete llamados en su momento quanta y que hoy conocemos como fotones. Estos no son un simple truco para arreglar una ecuación si no que son parte de la realidad. La revolucionaria visión de Einstein explica los experimentos del efecto fotovoltaico del húngaro, Philipp Lenard y a principio del siglo XIX cambia la historia de la física para siempre. Esto te puede parecer poco,  pero el hecho de que tengamos ordenadores, láseres o de que conozcamos la estructura del ADN habrían sido imposible sin la física cuántica que prácticamente se inaugura con este paper. 

El movimiento de pequeñas partículas suspendidas en un líquido estacionario según requiere la teoría kinética molecular del calor (sobre el movimiento brawniano)
Ya hemos comentado que a principios del siglo XX no se conocía la existencia de los fotones. Curiosamente tampoco se conocía la existencia de los átomos y ni si quiera de las moléculas. Había muchos científicos que empezaban a dar su existencia por sentada, mientras que otros permanecían escépticos. Quizás intuitivamente uno esperaría que los físicos primero hubieran descubierto las moléculas de mayor tamaño, después el átomo y más tarde partículas menores como el fotón o el electrón que a su vez forma parte del átomo. Pero la verdad es que a nivel experimental se confirma la existencia de todos ellos casi a la vez el electrón de echo se teoriza y descubre antes que el átomo en sí gracias al estudio de la electricidad. Un caso ilustrativo de esta controversia intelectual es la trágica muerte de Ludwig Bolzmann, físico austriaco cuya aportación es esencial en el campo de la mecánica probabilística, esencial en el estudio del comportamiento de los gases y de la entropía en un sistema. Sus teorías suponían la existencia de átomos y esto motivó fuertes críticas por parte de numerosos científicos hostiles a esta idea. Bolzmann que debía ser de carácter sensible, se suicida ahorcándose en 1906 un año después de que Einstein demostrara teóricamente la existencia del átomo, que más tarde sería corroborada por numerosos experimentos (lógicamente la noticia de este descubrimiento no se extiende hasta pasado un tiempo y el pobre Bolzmann no se enteró a tiempo).
La forma en que Einstein prueba la existencia de las moléculas es resolviendo un fenómeno que llevaba 80 años eludiendo toda explicación. El fenómeno que ya había sido observado por Jan Ingenhousz en partículas de carbón flotando en alcohol, recibe su nombre de un biólogo escocés que observa el mismo fenómeno con partículas diminutas desgranadas de granos de polen que eran el objeto de estudio. Su nombre era Robert Brown, y la publicación de sus observaciones en 1828 hace que el fenómeno tome su nombre.  Lo que Brown descubrió es que estas diminutas partículas se movían en una especie de zigzag aleatorio en todas direcciones, como si tiras una pelota de playa en un concierto multitudinario y la gente se la empieza a pasar de uno a otro. Este movimiento aleatorio de un objeto inanimado resultaba altamente sospechoso, casi mágico y las teorías mecánicas del momento no ofrecían una explicación coherente. Finalmente Einstein usa los métodos estadísticos  de cinética molecular que Bolzmann había ayudado a desarrollar para explicar cómo las partículas de polen al colisionar contra millones de moléculas moviéndose aleatoriamente producen estos extraños patrones. Y al utilizar moléculas para explicar un fenómeno tan obvio y visible satisfactoriamente, la existencia de estas que había estado en entredicho queda demostrada.

La electrodinámica de cuerpos en movimiento (Teoría de la Relatividad Especial?)
Si hay algo que ha hecho famoso a Einstein eso es la Teoría de la Relatividad. La Teoría de la Relatividad revolucionó nuestro conocimiento del universo ofreciendo una descripción mucho más rigurosa de la gravedad y del movimiento de objetos a velocidades que representan fracciones relevantes de la velocidad de la luz. De esta forma se perfeccionan las más restringidas leyes newtonianas y el tiempo deja de ser una constante universal para ser una variable más, una dimensión más junto a las tres dimensiones temporales. Esto significa que el tiempo cambia dependiendo de la velocidad a la que el sujeto que experimenta este tiempo se mueva con respecto a otros observadores. Si te mueves muy deprisa, el tiempo pasa muy despacio.  La Teoría de la Relatividad al completo fue el gran logro en la vida de Einstein y supuso un trabajo titánico que culmino en 1915 con una carrera frenética contra el matemático David Hilbert para escribir las ecuaciones que formalizaran matemáticamente la teoría antes que él, que estaba trabajando en ellas al mismo tiempo basándose en las asunciones de Einstein. La teoría al completo se conoce como de la Relatividad General. Pero ahora nos ocupamos del primer paso en este camino que Einstein publicó en 1905 como parte de uno de sus milagrosos papers, la Teoría de la Relatividad Especial.
En uno de mis canales de favoritos en Youtube, el astrónomo Michael Merrifield explica la diferencia entre la Teoría de la Relatividad Especial que de 1905 y la de la Relatividad general en una frase. La primera es muy fácil de entender y la segunda muy, muy difícil. Como explicación técnica le falta peso, pero seguramente resume bien los sentimientos de más de un estudiante cuando le toca aprender los entresijos de ambas. Básicamente la Teoría de la relatividad especial se ocupa de la percepción del tiempo y el movimiento en distintos marcos de referencia y se llama especial porque no incluye supuestos como la gravedad o la aceleración, ambos interrelacionados en este ámbito. Y es cierto que con un poco de atención cualquiera puede entender los conceptos básicos. La mejor forma de explicar los mencionados marcos de referencia es utilizar un ejemplo sencillo como un tren o un avión. Cuando uno va en un tren a una velocidad constante no notamos este movimiento. Las leyes de la física aplican dentro de la misma forma que aplicarían en el andén. Si dejas una taza en la mesa se queda ahí y si la empujas sobre el borde cae hacia abajo y se rompe. Si tapáramos las ventanas para impedir a los viajeros ver el paisaje pasar, estos no tendrían forma de saber si están en movimiento o no, siempre que el tren no acelere ni frene ya que todo transcurre como en tierra firme. Ahora imaginemos que el tren se mueve a gran velocidad, por supuesto constante. Al pasar por una estación dos rayos caen a cada lado del andén. Un observador (a elegir entre estudiante resacoso, turista japonés, etc) se encuentra entre el lugar del impacto de ambos rayos, mientras que otro está sentado dentro del tren. Este es el diagrama que el mismo Einstein utilizó para explicar este experimento de pensamiento:


Supongamos que al observador que está en el andén le parecerá que los dos rayos impactan a la vez ¿Qué opinaría el pasajero en el tren? Este se estaría moviendo en la dirección del Rayo B, por lo que las ondas luminosas de este le alcanzarán antes que las del Rayo A y por lo tanto concluirá que el suceso rayo B es anterior al suceso rayo A. Esta idea tiene consecuencias increíbles. Teniendo en cuenta que la velocidad de la luz en el vacío es siempre la misma independientemente de la velocidad del observador, para el viajero en el tren el tiempo pasa más despacio.
Una forma muy gráfica de entender este concepto es imaginar un reloj de luz. Un reloj de luz consistiría en dos espejos colocados enfrentados uno encima de otro. Si conseguimos que un rayo de luz rebote verticalmente entre uno y otro, cada recorrido entre ambos espejos representaría una unidad de tiempo. Si colocásemos uno de estos relojes en el tren el observador dentro del tren vería este rayo rebotando verticalmente. Sin embargo al pasar el tren a gran velocidad, lo que un observador en el andén vería a través de la ventana sería una línea oblicua ya que el reloj se va moviendo durante el proceso. Las líneas que marcan las trayectorias de los rayos de luz representarían el tiempo y claramente, el observador que espera en la estación las percibe como más largas. Uno podría pensar que esto es un efecto óptico que no tiene nada que ver con la realidad. Pero los procesos atómicos como la radioactividad siguen este esquema, así que parece que Einstein y los átomos al menos están de acuerdo.
Si el tren alcanzara un porcentaje relevante de la velocidad de la luz y volviera, sus pasajeros se habrían mantenido años más jóvenes. Lo malo es que no queda claro quien se mueve con referencia a quien y por lo tanto quien envejece o se mantiene joven con respecto a quien. El andén se mueve desde la perspectiva de los que miran por la ventanilla del tren como todos sabemos. Puede que sean los transeúntes en la estación los que se mantiene jóvenes. Esto se conoce como la paradoja del viajero, y más tarde en la Teoría de la Relatividad General se resuelve al introducirse el concepto de aceleración. Aquel que acelera es el que percibe el tiempo pasando más despacio.
No es extraño que desde que Einstein hizo públicas estas espectaculares cualidades del mundo en que vivimos, las fantasías sobre viajar en el tiempo se hayan multiplicado. Desafortunadamente, la teoría de la relatividad solo permite viajar hacia el fututo lo que en cualquier caso ya me parece suficientemente increíble.

¿Depende la Inercia de un Cuerpo de su Contenido Energético? (E = mc2)            
Este artículo para Einstein era prácticamente un inciso acerca de sus reflexiones sobre la Teoría de la Relatividad Específica, pero como solía pasar con Einstein en su época fértil, la mitad de sus divagaciones en el campo de la física desencadenaban una nueva revolución científica.
Esta vez a Einstein le llamó la atención que ciertos cuerpos emiten radiación en forma de pulsos de luz o fotones. Estos acarrean con ellos una ínfima cantidad de masa que es casi no existente. Pero poco a poco esta radiación se va llevando la masa de un objeto. Si estos es así, la masa de un objeto se está transformando en radiación, en energía pura, en luz. Por lo tanto se da una relación entre la masa de un objeto y la velocidad de la luz.  Einstein utiliza la Relatividad especial combinada con las ecuaciones del electromagnetismo de Maxwell y se encuentra que cuando un cuerpo desprende radiación pierde masa en proporción a la energía liberada entre la velocidad de la luz al cuadrado L/V2. Inicialmente Einstein uso las mayúsculas L y V para significar Energía y velocidad de la luz respectivamente. Pero en 1912 decidió cambiarlas por las más usadas “E” y “c” lo que acaba derivando en la archifamosa ecuación E = mc2. Si tenemos en cuenta que la velocidad de la luz es 300 000 000 de metros por segundo, su cuadrado es absurdamente enorme. Esto conlleva que la energía contenida en cualquier objeto, incluso el más pequeño, incluso un átomo es increíblemente grande. De ahí la íntima relación entre esta fórmula y el desarrollo de la energía nuclear. Si consigues separar los componentes de un átomo la energía liberada es incomparable con la extraída de la combustión de hidrocarburos.

Para la confección de este artículo he usado como fuentes, la Wikipedia por supuesto y la biografía de Einstein “Einstein, su vida y universo” de Walter Isaacson.

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