Copias de ti mismo y otras maravillas en el Multiverso




¿Te imaginas que puedan existir copias de ti mismo a billones de años luz? ¿O versiones distintas de tu vida en las que en momentos claves de tomaste decisiones distintas cuyas repercusiones se materializaron en una dimensión paralela? Todas estas maravillas pueden ser posibles en los diversos multiversos, si ciertas teorías físicas resultan ser ciertas.


Todos en algún momento hemos oído hablar de universos paralelos o del multiverso, que sería el conjunto de todos estos universos distintos. Estos mundos extraños son una gran fuente de inspiración para la ciencia ficción, pero en realidad la propia realidad puede ser más increíble de lo que cualquier libro pueda imaginar. De momento los universos paralelos (o perpendiculares como prefiere llamarlos Stephen Hawkins) son solo una posibilidad teórica, pero cada vez hay más físicos convencidos de que estos puedan existir. Lo más curioso de todo es que no solo existe un tipo de universos paralelos, hay varias posibles versiones de los mismos, todas compatibles las unas con las otras.

¿Por qué creer que existen multiversos?
Para este post voy a utilizar la clasificación del Max Tegmark, un famoso físico sueco. Lo primero que hay que entender es que la idea de la existencia de estos distintos tipos de multiversos se debe a que estos son una consecuencia de teorías cosmológicas más tangibles. En ocasiones en la ciencia, se descubren teorías que cuando se estudian con detenimiento producen muchas más predicciones de las que se intuía inicialmente. Un buen ejemplo sería la teoría de la relatividad de Einstein. En un principio Einstein pretendía explicar algunas anomalías que no encajaban la teoría de la gravedad Newton. De esta forma Einstein pudo resolver algunos problemas en la predicción de la órbita de Mercurio y también predijo que un objeto con una gran masa podría desviar la trayectoria de un rayo de luz. Así se probó su teoría durante un eclipse solar en 1919. Una expedición liderada por el astrónomo inglés Arthur Eddington demostró que era posible ver una estrella que debería estar oculta tras el sol, y además la desviación de la luz de la estrella encajaba con los cálculos de Einstein. Pero más adelante otros físicos y matemáticos comenzaron a darse cuenta de que las teorías de Einstein tenían consecuencias asombrosas, como que el universo estaba necesariamente expandiéndose (o contrayéndose), lo que llevó a la teoría del Big Bang, o que en distintos puntos del universo se darían objetos con una masa tan grande que ni la luz podría escapar de ellos, los agujeros negros. En su momento a la mayoría de físicos estas ideas les parecieron locuras, Einstein incluido, pero el tiempo ha demostrado que la teoría de la relatividad estaba en lo cierto, aunque ni su propio creador confiara en ella hasta tal punto.

Del mismo modo, el multiverso no es simplemente una idea que algún físico loco se ha sacado de la chistera. Los universos paralelos provienen de predicciones secundarias de teorías sólidas que intentan explicar otros fenómenos observables, de la misma forma que las teorías de Einstein en su momento predijeron fenómenos no observables en su momento. 

Multiversos tipo I y II: nuestro mundo una y otra vez
Tegmark nos habla de 4 tipos de multiverso. En el caso de los dos primeros tipos de multiverso, I y II, una de las teorías implicadas es la teoría de la inflación cósmica. El Big Bang es ya una teoría sólida y aceptada, pero tiene un problema. Si el universo viniera de una explosión uno esperaría encontrar un universo heterogéneo, con las galaxias divididas de forma irregular a lo largo del espacio y con una temperatura y densidad variables. Sin embargo el universo es extremadamente homogéneo. La materia se divide de forma bastante regular a lo largo del cosmos y la temperatura y densidad son constantes.  La teoría de la inflación cósmica postula que en el primer segundo el universo se habría expandido a una velocidad vertiginosa, no como una explosión, si no como un balón hinchándose, o de forma más ilustrativa, como un bizcocho cósmico creciendo en el horno. Esto explicaría la homogeneidad de nuestro universo. También necesitamos definir el concepto de universo que Tegmark utiliza en su clasificación. Para Tegmark, nuestro universo es el área de cosmos que nosotros podemos ver. Nosotros como observadores estamos limitados a poder percibir una esfera alrededor nuestro formada por la luz de las galaxias que ha tenido tiempo de llegar hasta nosotros desde el Big Bang hace aproximadamente 14.000 millones de años. Dado que el espacio en zonas lejanas, se está expandiendo a una velocidad mayor que la de la luz habrá galaxias cuya luz nunca podrá llegar hasta nosotros. Para Tegmark, estas áreas lejanas que proceden del mismo proceso inflacionario que nuestro universo visible son el primer tipo de multiverso. Estos universos estarían gobernados por las mismas leyes de la física que el nuestro, pero están totalmente fuera de nuestro alcance, por lo que a todos los efectos serían como universos separados. Hay una curiosidad muy loca que se deriva de este tipo de universos, y es que el número de combinaciones en los que se pueden organizar las partículas de un universo y sus estados cuánticos es finito, llega un momento que se acaba y tienen que repetir combinaciones. El número de posibles combinaciones es estúpidamente grande, pero no infinito. Esto conlleva que si el multiverso producido por la inflación cósmica es lo suficientemente grande, llegado un momento tendríamos que empezar a encontrar copias exactas de nosotros mismos y de nuestras vidas o variaciones de estas. Y si el multiverso fuera infinito, encontraríamos infinitas copias. Si pudiéramos viajar a través de esta inmensidad, nos iríamos encontrando con nosotros mismos una y otra vez.

El multiverso tipo II también encajaría dentro de la teoría de la inflación. Pero en este caso estaríamos hablando de universos creados por la inflación que tendrías leyes de la física distintas a las nuestras. Esto permitiría resolver el problema que plantea el que ciertas constantes de la naturaleza estén tan exquisitamente ajustadas como para permitir la vida. En nuestro universo hay algunas constantes, como la fuerza de la gravedad o el electromagnetismo, las masas de las distintas partículas y otros parámetros, que si se variasen lo más ligeramente impedirían la existencia de un universo que pudiera albergar vida. La gravedad podría ser muy débil o muy fuerte y no permitir la formación de estrellas, las fuerzas atómicas no encajarían para crear átomos, etc., lo que  impediría la existencia de planetas, y por lo tanto de  vida como la nuestra. El que las ruedas que ecualizan el radiocasete universal estén tan ajustadas es prueba o de la existencia de Dios o del multiverso, y ahí más evidencias apuntando a lo segundo. En un multiverso esta precisión increíble tendría sentido porque, en otros miles de universos, estos parámetros habrían tomado otros tipos de valores, y nosotros simplemente nos encontraríamos en uno entre una multitud, que resulta tener los valores adecuados para permitir vida inteligente.

Multiverso III: destinos con bifurcaciones constantes
El multiverso tipo III, se debe a una rareza de la física cuántica que explico más detalladamente en el post “El mundo cuántico y dimensiones paralelas a través de una ranura”. A través de este experimento vemos como una partícula puede estar en varios sitios a la vez, o de hecho en todos a la vez, hasta que la observamos. En este momento la posición de la partícula se concreta en ese único punto. Este extraño fenómeno ha traído de cabeza al mundo de la física desde su descubrimiento. La versión estándar, o de Copenhague asume que el estado de la partícula colapsa y pasa de estar en todas partes con distintos grados de probabilidad a estar en un solo lugar con toda certeza. Pero el físico Hugh Everett propuso en a finales de los 50, que la posición de la partícula no colapsa al observarla. Lo que sucede es que nosotros observamos lo que sucede en nuestra versión del multiverso tipo III. Pero cada una de las posiciones de la partícula se han materializado en universos distintos que a partir de ese momento se separan para no volver a unirse jamás. Esto conllevaría que cada cruce de caminos en la vida, genera universos separados. Si en un momento dado tuviste que elegir entre dos chicos o chicas y al final te decidiste por tu pareja, en otro universo cuántico distinto te quedaste con la otra opción y llevaste una vida totalmente distinta con esa persona. Lógicamente este ha sido el tipo de multiverso más explotado por la ciencia ficción. Las posibilidades son inagotables.

Universo tipo IV:  todo lo que puede ser será
El último tipo de universo que nos propone Tegmark es el más extremo, y tiene que ver con su creencia de que el universo es en el fondo esencialmente matemático. Por lo tanto el multiverso tipo IV, sería una realidad matemática donde todas y cada una de las posibles estructuras matemáticas imaginables se hace realidad, desde nuestro universo hasta lo que cualquier matemático pueda demostrar. También es el tipo de multiverso más controvertido.

Miscelánea de otros universos
Hay otros tipos de multiversos o dimensiones paralelas, como los que se extraen de las teorías de cuerdas. También hay una teoría muy curiosa planteada por el físico Lee Smolin. Esta mezcla la teoría de la selección natural de las especies de Darwin con los agujeros negros. Los universos nacerían de los agujeros negros y solo los universos que producen agujeros negros suficientes se reproducen. En esta teoría Smolin introduce también una evolución constante de las leyes de la física que evita muchas de las maravillosas rarezas que hemos comentado anteriormente. Pero de momento, en este post, nos quedamos con los de Tegmark. 

La idea del multiverso es en sí muy controvertida. No solo estamos hablando de realidades teóricas que no han sido nunca observadas, sino que por su naturaleza estos universos separados son inobservables. Esto no quiere decir que un día no se puedan encontrar pruebas sólidas de su existencia, pero hasta el momento no tememos mucha idea de cómo hacerlo. Esto hace que muchos físicos consideren  los distintos multiversos más como filosofía o metafísica que ciencia. En ciencia, si algo no se puede probar experimentalmente, no es científico. Pero hoy en día el apoyo a este tipo de teorías está creciendo. Hay recientes pruebas experimentales que apoyan la teoría de la inflación y por tanto los multiversos I y II, y la interpretación de Copenhague de la física cuántica cada vez convence a menos físicos, mientras que la teoría de los universos paralelos va pareciendo más razonable.


Este post está inspirado y toda la información extraída del libro “Nuestro universo matemático” de Max Tegmark.



Imagen:

https://lelandharperphilosophy.wordpress.com/