Hoy
en día todo el mundo parece tener una cierta idea de lo que es el Big
Bang. Todos damos por sentado que es una especie de explosión que
ocurrió hace mucho, mucho tiempo y que creó el universo. Pero nunca se
te ha ocurrido dudarlo. Quizás deberías. Al fin y al cabo estamos
hablando de algo que ocurrió hace tanto tiempo que es imposible que
nadie sepa que paso. Imagino que puedes pensar que todos esos Señores
científicos dicen que fue así ¿No deberíamos respetar su autoridad?
¡Pues no! ¡Esos señores podrían estar tomándote el pelo resulta que el
mundo está sujeto sobre un elefante encima de una tortuga!
Y
no te preocupes por ofender el ego de ningún físico, por que dudo que
se puedan sentir ofendidos por algo de escepticismo. Ellos mismos
son conscientes de que sin este escepticismo hoy en día seguiríamos
creyendo que el sol orbita alrededor de la tierra y que las estrellas
están colgadas fijas en un bol de cereales boca abajo. La
teoría del Big Bang es algo que aparentemente todos creemos comprender,
pero que creo que realmente pocos entendemos. En sí, puede parecer un
concepto frío e irrelevante, una explosión que ocurrió hace demasiado
tiempo para que a nadie le debiera preocupar. Pero al margen de las
implicaciones filosóficas de este fenómeno, que nos hacen entender lo
humilde de nuestra posición como habitantes de una ínfima partícula de
polvo cósmico, lo realmente apasionante sobre el Big Bang es entender
como una serie de simples mortales como tú y yo fueron encadenando
inspiración tras inspiración para llegar a esta conclusión.
A
demás a diferencia de otras teorías científicas el Big Bang, aunque
como teoría esconde gran cantidad de matemáticas muy complicadas, ofrece
algunas pruebas que son obvias para todo aquel que se digne a
observarlas. No deberíamos dejar que los científicos nos digan lo que
pensar. Lo que si debemos hacer es mirar que teorías y evidencias no
ofrecen y ponernos manos a la obra cual detectives en un Cluedo cósmico.
Yo no soy físico, ni siquiera científico profesional, pero desde hace unos años mi pasión por los descubrimientos científicos no deja de darme alegrías y sorpresas. Para compartir esta fascinación voy a intentar resumir lo que he aprendido leyendo a grandes autoridades como Stephen Hawking, Laurence Krauss y otros divulgadores científicos que nos ofrecen breves historias de nuestro universo.
Obviamente
nadie que conozcamos o hayamos conocido estuvo al principio del tiempo
para ser testigo del Big Bang. Con esto en mente nos podríamos dejar
llevar por el pesimismo y asumir que no hay nada que hacer para
averiguarlo. Pero si establecemos una analogía con las investigaciones
criminales, cuando un investigador busca los detalles de cómo se cometió
un delito no se detiene por no haber estado allí
personalmente. Si en un cuerpo se encuentran restos de ADN de un
sospechoso y balas del calibre del arma de este tendemos a establecer
una relación causal. Cuando investigamos el Big Bang, las pruebas se
encuentran esparcidas por todo el universo. Pero hoy en día tememos
detectives capaces de encontrar hasta al criminal cósmico más esquivo.
Voy
a empezar por la prueba más clara. Imagínate una explosión. Lo normal
es que te la imagines desde fuera. Sería una especie de esfera desde el
centro de la cual se expanden los fragmentos a toda velocidad en todas
direcciones y una parte de estos fragmentos se acercan a toda velocidad
hacía ti. Así es como yo me solía imaginar el Big Bang, y de hecho me ha
causado más de un problema a la hora de intentar entenderlo. Al
principio al leer sobre lo que será la segunda prueba que mencionare más
tarde, no lograba entender que la una prueba del Big Bang era una
radiación resto de la explosión que viene de todas las direcciones
alrededor del universo. Yo pensaba… ¡Tendrá que venir de la zona de la
explosión! ¡¡Error!! Nosotros estamos dentro de la explosión. Por lo
tanto la explosión no viene haca nosotros. Nosotros somos
uno de los fragmentos de la explosión volando a toda velocidad
alejándonos del centro. Por lo tanto las ondas de choque, la radiación
viene de todas las direcciones.
¿Y
cómo sabemos que estamos dentro de una explosión? ¿Quién nos los ha
dicho? Pues la idea es sorprendentemente reciente. A principios del
siglo XX los astrónomos en general consideraban que el
universo era estático y que siempre había estado ahí. Con el
descubrimiento de la teoría de la relatividad de Einstein completada en
el 1915, los astrónomos se encuentran con una herramienta matemática que
les permite hacer nuevas mediciones mucho más ajustadas de todo tipo de
objetos celestes. Así que los astrónomos se lanzan a usar su nuevo
juguete provocando una explosión de descubrimientos radicales en el
campo de la astronomía. Curiosamente esta primera prueba
en particular es un poco más low tech. Está basada en el efecto Doppler.
Este es un fenómeno muy familiar para todos. Si te imaginas a ti misma o
mismo viendo pasar coches por una autopista te habrás dado cuenta de
ese característico ruido tipo ñiiiiuuuuuum que producen los coches al
pasar. Esto se debe a que el sonido se propaga a través de ondas. Cuando
el coche se acerca hacia ti este va produciendo ondas que cada vez se
acercan más entre ellas produciendo una frecuencia más alta y por tanto
un sonido cada vez más agudo. Al alejarse las ondas se van separando,
por lo tanto su frecuencia es menor y el sonido más grave. Las
galaxias al acercarse o alejarse también harían ñiiiiuuuuuum, pero con
ondas electromagnéticas, es decir luz en vez de sonido. El violeta
indicaría alta frecuencia (coche acercándose, más agudo) y el rojo baja
(coche alejándose, más grave).
En
el año 1912 Vesto Slipher, un astrónomo americano, midió por primera
vez el efecto dopler en el corrimiento de color en el espectro de lo que
se conocía como nébulas (el nombre que se les daba a las galaxias antes
de saber que eran exactamente). El corrimiento al rojo mostraba que
estas “nébulas” se estaban alejando de nosotros. Pero esto ocurrió antes
del desarrollo de la teoría de la relatividad por lo que Slipher no
poseía un marco teórico solido en que enmarcar su observación. Esto
llegará pocos años después de la publicación de la teoría de la
Relatividad General de la mano del matemático soviético Alexander
Friedman. Sus ecuaciones demuestran que el universo estático que los
astrónomos habían considerado a lo largo de la historia era
inconsistente con los descubrimientos de Einstein. La idea debió ser
realmente chocante en su momento. No es la primera vez que los
astrónomos tienen que abandonar paradigmas centenarios. Ya se había
descartado el geocentrismo y la división de las leyes que rigen los
cielos y la tierra en dos ámbitos separados. Pero quizás con Einstein,
por primera vez los científicos se encontraban con un mundo maravillosos y alucinante, pero extraño e difícil de comprender, donde nuestras intuiciones humanas no nos dejan ver el mundo real. Hoy en día parece que los físicos están curados de espanto.
Volviendo
a la observación de como el resto de galaxias se alejan de nosotros
esta vez damos con un apellido que nos resultará algo más familiar,
Edward Hubble. No es por nada que el telescopio más famoso del mundo
lleva su nombre. Las observaciones de Hubble, junto con las
consideraciones teóricas que ya hemos mencionado, han cambiado para
siempre la imagen que tenemos del universo en que vivimos. El universo
no solo es más increíblemente vasto de lo que cualquiera de nuestras
mentes pueda imaginar. Es además sublime. Es maravilloso, bello y
terrorífico al mismo tiempo. Una infinita extensión de fríos vacíos
cuasi eternos salpicados de mega explosiones, increíbles nubes de gases,
agujeros negros y miles de millones de estrellas con todos los tipos de
planetas que pudiésemos imaginar. Curiosamente el primer astrónomo que
nos abrió la puerta a estas maravillas estuvo a punto de dedicarse a la
abogacía, por deseo de su padre. Afortunadamente para todos, Hubble
finalmente siguió su impulso natural y volvió a la universidad para
estudiar astronomía.
En
1925 Hubble empieza a trabajar en el observatorio del Monte Wilson en
California dónde recientemente se había construido el mayor telescopio
del mundo. Utilizando Algo conocido como candelas estándar (astros con
una luminosidad conocida) y basándose en sus datos y observaciones
previas), Hubble demuestra que las “nébulas” están demasiado lejos para
pertenecer a la Vía Láctea. Pronto la comunidad científica dará la razón
a Hubble y estas pasan a denominarse galaxias. Hubble comienza a
estudiar los resultados de sus observaciones y pronto concluye que a
mayor distancia, las galaxias se alejan a mayor velocidad. Hubble
formalizará sus conclusiones en la ley del Corrimiento al Rojo de la
Distancia de las Galaxias o Ley de Hubble.
Diagrama mostrando como la velociad a la que receden las galaxias aumenta de forma proporcional a la distancia
Una
conclusión graciosa que muchos extraemos de este punto es que si todas
las galaxias se alejan de nosotros en todas direcciones, entonces…
¡Estamos en el centro del universo! Lamentablemente todo el resto de
galaxias podrían reclamar lo mismo ya que este desde ellas un observador
vería exactamente lo mismo. Los divulgadores a menudo utilizan la
analogía en 2D con un globo. Infla un globo ligeramente y dibuja puntos
con un rotulador esparcidos homogéneamente. Estos representan las
galaxias. Ahora continúa inflando el globo y todos los puntos se alejan
de los demás. Para verlo gráficamente aquí tienes una representación con
estrellas azules y soles amarillos. No importa que estrella azul elijas
para empezar cuando los soles empiezan a expandirse todas las estrellas
azules parecen estar en el centro.
Desde cualquier galaxia el resto parecen alejarse alrededor creando la ilusión óptica de estar en el centro del universo
Incluso
antes de que Hubble publicase su famosa ley, un sacerdote y físico
belga llamado Geaorge Lemaître ya había anticipado el resultado de las
observaciones de Hubble. En 1931 Lemaître extrae la consecuencia lógica
de este resultado. Si todas estas galaxias se alejan a toda velocidad
las unas de las otras, en algún momento en algún pasado remoto debieron
estar juntas, ocupando un mismo espacio, un punto de inmensa energía al
inicio de todo. Tan grandiosa era la teoría que el Papa Pio XII propuso
convertirla en dogma de la iglesia católica (Dios debió llamarle para
avisar de que había olvidado mencionar este pequeño detalle que acababan
de descubrir algunos físicos). El propio Lamaître lo desaconsejo,
consciente de que otras teorías muy sólidas habían caído ya en el
pasado, y a la iglesia se le vería el plumero demasiado. Desde entonces
como todos sabemos la teoría se ha consolidado y es conocida por toda y
discutida por pocos. Voveré a este punto al final. Pero previamente
había mencionado que una segunda prueba que deseaba discutir. Vamos a
abordarla. Más que el alejamiento de las galaxias, que es de por sí
bastante gráfico y una prueba científica respetable, el respaldo
experimental de la teoría del Big Bang viene sobre todo de la Radiación
de Fondo de Microondas. Ya he mencionado al matemático Alexander
Friedman. Este fue el primero en sugerir que las ecuaciones de la Teoría
de la Relatividad entraban en contradicción con un universo estático
considerando que el universo es similar independientemente de la
dirección en que uno lo observe. Más tarde un alumno de Friedman, George
Gamow especulaba que al inicio el universo debió haber sido un lugar
extremadamente caliente y denso, que lógicamente emitiría radiación en
forma de luz visible. Esta radiación con el tiempo se habría corrido
hacia el rojo al igual que la luz de las galaxias pero en mayor medida
convirtiéndose en microondas (La luz, la radiación infrarroja y las
microondas son todas ondas electromagnéticas pero cada una menos
energética que la anterior). Dos físicos de la universidad
de Princeton Bob Dicke y Jim Peeble se interesaron en esta teoría y
comenzaron a trabajar en ella. Al mismo tiempo en los laboratorios Bell
de Nueva Jersey Arno Penzias y Rober Wilson estaban trabajando con un
nuevo detector de microondas especialmente sensible que les estaba dando
problemas. A menudo cuando uno intenta observar radiaciones
provenientes del espacio resulta que lo que acaba encontrándose son todo
tipo de señales nada extraterrestre que pueden provenir de cualquier
aparato que emita radiación cerca. Otra curiosa fuente de interferencia
son las cacas de paloma. Pero incluso tras haber limpiado las
deposiciones y filtrado las posibles obstrucciones la señal persistía. La
señal de hecho parecía venir de todas partes, como de todos los
rincones del universo. Por fin a Penzias y Wilson les llegó la
información de las predicciones de Dicke y Peeble que predecían y
explicaban su descubrimiento y por ello ganaron el Nobel en 1978
(curiosamente ni Dicke, ni Peeble, ni Gamow recibieron este
reconocimiento). Este descubrimiento le dio a la teoría del Big Bang el
impulso final para convertirla en la teoría estándar de la formación del
universo. Hoy en día se han hecho números estudios de esta radiación.
En la imagen vemos una reproducción informática de esta. Los colores
representan áreas de esta radiación que varían ligeramente en su
temperatura y que proporciona una información muy útil a los físicos que
tratan de recomponer el puzle de la historia de nuestro universo.
Imagen de las diferencias de temperatura en la Radiación de Fondo de Micoondas
Hoy
en día, la mayoría de la gente tiene al menos una vaga idea de lo que
es el Big Bang, pero no debemos olvidar que hasta el momento solo es una
teoría muy muy sólida. En algunas de sus conferencias en colgadas en
Youtube el físico y divulgador Lauren Krauss defiende que el Big Bang es
un hecho como que Isabel la Católica no era fan del jabón. La verdad es
que respeto totalmente su opinión por que las evidencias y el consenso
entre especialistas es enorme. A pesar de ello para hacer de abogado del
diablo voy a mencionar una teoría que he leído recientemente en un
libro de Ian Steward. En un capítulo dedicado a la teoría de la
relatividad, Steward menciona a dos matemáticos británicos, Robert
Mackay y Colin Rourke, defienden una teoría que ya había sido avanzada
por el astrónomo americano Halton Harp y que hasta el momento no ha sido
refutada. En esta teoría que encaja con la de la relatividad, el
universo es estático y el corrimiento al rojo de las galaxias lejanas
estaría producido por grandes campos gravitatorios en vez de
aceleración. El universo por tanto no estaría expandiendose por lo que
no habría necesidad de un Big Bang
Para
la redacción de este artículo me he ayudado de los libros “Universo de
la Nada” de Laurence Krauss y de “Breve Historia del Tiempo” de Stephen
Hawking, además de la omnipresente Wikipedia.
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