Pocas
digresiones pueden parecer más absurdas que entretenerse discutiendo el tamaño
de los testículos de un hombre, más aún de los de un chimpancé. En principio
parecería un tema para adolescentes obsesionados con el sexo, raperos deseosos
de fardar de paquete y fascistas estableciendo una relación directa entre
testículos y valor viril.
Pero al
incluir otras especies de primate en la comparación el asunto puede llegar a
ganar mucho interés. Creo que esto no ha llegado a los oídos de la mayoría del
gran público, pero los testículos de
los distintos grandes primates difieren
muchísimo en talla. Los ejemplos que más resaltan son los de humanos, gorilas y
chimpancés. Y ya os estaréis preguntando ¿En dónde demonios está el interés de
saber si un chimpancé los tiene más o menos grandes que nosotros (o vosotros)?
Para aquellos poco curiosos ninguno está claro, pero para los que les gustan
las maravillas de la biología se establecen relaciones muy interesantes.
Los hombres
también se estarán preguntando ¿Y quién los tiene más grandes? ¿Nosotros? ¿O
puede que el gorila que es enorme? Pues la respuesta es que gana el chimpancé por goleada, con más de 100 gramos de testículos. Después vamos
nosotros con unos 30g y algo por
detrás estaría el gorila. De hecho, el que el gorila sea un animal enorme está
directamente relacionado con tener sus partes pudenda más pequeñas.
En distintas
especies, machos y hembras desarrollan distintas
estrategias evolutivas y estas a largo plazo influyen en el físico de cada
animal. Las estrategias femeninas y
masculinas son necesariamente
distintas, porque la inversión en energía y tiempo a la hora de cuidar de
las crías también lo es. Esto más relevante aún en el caso de los mamíferos.
Las hembras de mamífero mantienen a sus crías en su propio vientre durante los
primeros meses de gestación. Esto implica que primero, las hembras de mamífero
siempre están seguras de ser la madres de sus hijos y segundo, que la inversión
de energía vital que va a llevarles el embarazo es enorme. Por lo tanto, lo
mejor es asegurarse de solo copular con los mejores machos y no invertir en un
descendiente que no vaya a sobrevivir para dejar nietos. Esta característica
hace que a nivel de los mamíferos las estrategias reproductivas femeninas sean
más homogéneas y predecibles.
Sin embargo,
los machos de mamífero solo tienen que
depositar suficientes espermatozoides de vez en cuando para dejar prole en
este mundo. Esto conlleva que las estrategias usadas sean más variadas, desde
formar pareja estable con una hembra y cuidar a las crías juntas, pasando por
relaciones esporádicas dentro de un grupo a machos luchando por mantener
enormes harenes. En el caso de los primates superiores, nuestros parientes más
próximos encontramos varias de estas modalidades.
Empecemos
con el gorila macho que mantiene un harem con varias hembras. Los ejemplares más fuertes son los únicos que
tienen acceso a mantener sexo con hembras (con la excepción de encuentros
secretos furtivos). Si otro macho quiere procrear, es necesario enfrentarse al
macho alfa para derrotarlo, y para eso lo más útil es ser lo más grande y
fuerte posible. Los machos de mayor tamaño, con mayor capacidad para luchar,
son lo que más procrean. Esto termina llevando a una carrera armamentística que
acaba haciendo que los machos sean enormes en relación a las hembras (como
también sucede con otros animales como ciervos o leones marinos), el doble
aproximadamente en el caso del gorila.
Pero
curiosamente, la misma estrategia reproductiva es la que hace que el gorila
tenga unos genitales diminutos en
relación a su enorme peso. La razón es que, debido a que el gorila controla
todas las hembras de su harem, no necesita introducir una gran cantidad de
semen en el útero de las hembras. Si a algunos se os hace raro (además de
asqueroso probablemente) que se pueda contemplar que un animal pueda
necesitar más o menos semen dependiendo de los comportamiento de su especie,
vamos a pasar a hablar del chimpancé para que lo podáis entender.
La
estrategia reproductiva del chimpancé es el opuesto exacto de la del gorila. Los chimpancés no luchan para mantener
harenes de hembras. Simplemente viven
en grupo, y cuando llega el celo, los machos tienen sexo con todas las hembras con las que dan abasto. Esto
conlleva dos cosas. Los chimpancés no necesitan gastar su energía en mantener
cuerpos enormes para luchar por el acceso exclusivo a un grupo de hembras. De
hecho, el peso de chimpancés macho y
hembra es casi el mismo. Sin embargo, con tanta promiscuidad, en el caso de los chimpancés, los espermatozoides de dos, tres o más
individuos pueden estar compitiendo por llegar al óvulo dentro del cuerpo
de la hembra ¿Qué hacer para aumentar tus posibilidades de éxito? La evolución
es sabia, y en caso de los chimpancés les ha dotado de testículos enormes para que puedan competir tirando de números: más espermatozoides, más posibilidades.
Y que es lo
que pasa con los humanos. Teniendo
en cuenta que ya hemos comentado que el tamaño de nuestros testículos se encuentra entre una cosa y otra, y que el
tamaño de los hombres es mayor que el de las mujeres, pero sin llegar a la
enormidad de los gorilas, podemos pensar que nuestra estrategia evolutiva se
encuentra entre una y otra. Hoy en día resulta difícil de apreciar, pero todos
sabemos que en el pasado la poligamia no era nada demasiado raro. Aunque no
estaba extendida hasta el punto de que no hubiera relaciones monógamas. Los
hombres son los suficientemente grandes para luchar por dos o tres hembras en
algunos casos (Los harenes de decenas de esposas de los grandes sultanes, no se
encuentran en sociedades de cazadores-recolectores). Pero queda espacio para la
monogamia, y más importante, quedan huecos para la infidelidad y las relaciones
extramaritales lo que explica el tamaño de los testículos.
Esta teoría sobre el tamaño relativo de los
testículos de los distintos primates es un enorme éxito a la hora de explicar la relación entre evolución, comportamiento
y anatomía. Desgraciadamente con la otra mitad de los genitales masculinos
ocurre todo lo contrario. Los hombres
tenemos un pene inexplicablemente enorme en relación al resto de primates y
simios en general. La selección natural tiende a penalizar a aquellos
individuos que invierten demasiados recursos en un órgano específico sin una
función concreta. Por ello, muchos científicos se han planteado que se deba a
la selección sexual, es decir, un pene grande atrae a las hembras, del mismo
modo que los hace la cola de un pavo real. Lo curiosos es que se han hecho
estudios al respecto, y las mujeres parecen sentirse atraídas por distintas
partes del cuerpo de un hombre, pero nunca por el pene. Más curioso aún es que
son otros hombres los que si se fijan, y mucho, en el tamaño del pene
ajeno. Así que este enigma os lo dejo a vosotros para que lo resolváis.
Este post está inspirado y documentado en los
libros:
-
“El tercer Chimpancé: Origen y futuro del animal
humano”, de Jarred Diamond
-
“Nature via Nurture: Genes, Experience and what Makes us Humans”
de Matt Ridley
Imagen: