Casi todos hemos fantaseado
en algún momento sobre la existencia de vida extraterrestre inteligente. Pero
para poder tener alguna noticias de esta, es necesario que sea capaz de formar
civilizaciones que o bien puedan viajar hasta nosotros, o al menos emitir ondas
electromagnéticas que podamos detectar ¿Os habéis preguntado cuales serían las
características de este tipo de civilizaciones?
La palabra civilización
puede evocar una gran variedad de imágenes mentales en el imaginario de
cualquier lector y hay un gran número de contextos en los que nos la podemos
encontrar. Muy a menudo asociamos “civilización” al estudio de la antigüedad, a
los grandes desarrollos del neolítico. En este caso hablamos de la civilización
sumeria, acadia, egipcia, china, inca, etc. El término nos trae a la mente
pirámides y templos, faraones y emperadores, grandes batallas, poemas épicos,
etc.
A menudo también hablamos
de civilización en el contexto actual para agrupar grupos humanos que comparten
ciertas características. Samuel Huntington por ejemplo, se hizo mundialmente
famoso por augurar en su polémica tesis, un choque frontal entre lo que él
denominó la civilización occidental y la civilización islámica.
Sin embargo, en este caso
nos vamos a centrar en una acepción del término mucho menos común pero no menos
fascinante: las civilizaciones extraterrestres. Desde hace siglos hay quienes
han soñado con la existencia de seres inteligentes fuera del planeta tierra ya
fuera en la Luna u otros planetas del sistema solar. En aquel tiempo no había
medios materiales para comprobar esta posibilidad. Hoy en día sí que tenemos
estos medios y sabemos que lo más complejo que podemos aspirar a encontrar en
el sistema solar, fuera de la tierra, son microbios de algún tipo. Pero por
otro lado desde el descubrimiento de la teoría de la relatividad por parte de
Einstein y de la existencia de galaxias distintas a la nuestra por parte de
Hubble, el universo conocido se ha expandido hasta límites inimaginables. Puede
que no exista más vida inteligente dentro de nuestro sistema solar. Pero
existen millones de sistemas solares que podrían albergar estas civilizaciones
extraterrestres. Solo en nuestra galaxia se estima que hay más de cien mil
millones de estrellas, que es el mismo número de galaxias que se estima puede
haber en el universo visible redondeando muy hacia abajo. Al multiplicar estos
números ya nos sale un 1 seguido por 24 ceros. Nuestra mente ni si quiera
abarca la inmensidad de este número. Y esto es solo el universo visible. Nada
parece indicar que el universo pare en el punto en el que nosotros dejamos de verlo.
Tratando con números de
estas magnitudes, lo imposible se convierte en necesariamente real. Creer en la
existencia de hombrecillos verdes puede parecer cosa de lunáticos. Pero
teniendo en cuenta el número de planetas que pueden existir en nuestro universo,
podría haberlos verdes, rojos, amarillos y azules. Y cabe la posibilidad de que
algunos de estos hombrecillos (o seres con tentáculos, babosas parlantes, o
bolas de gelatina con ojos) hayan conseguido organizarse para formar
civilizaciones capaces de emitir como hacemos nosotros, radiación
electromagnética al espacio, que quizás un día podamos detectar.
El astrofísico
norteamericano Frank Drake, llegó incluso a escribir una ecuación para hallar
la posibilidad de la existencia de seres inteligentes capaces de emitir ondas
de radio dentro de nuestra propia galaxia. Los parámetros de su ecuación son:
el número de estrellas en la Vía Láctea, la fracción de estas que albergan que tienen planetas, el porcentaje de estos
planetas con condiciones para el desarrollo de formas de vida, la fracción de
estos que realmente albergan vida, el porcentaje que desarrollan vida
inteligente (civilizaciones), el número de estos que llegan a emitir ondas de
radio y por último el porcentaje de aquellos que llegan a recibirlas. Poniendo
cada una de estas variables a un 10% nos encontraríamos con decenas de miles de
estas civilizaciones. Se han planteado muchas críticas a esta ecuación ya que
desconocemos totalmente cual sería el porcentaje real de varios de los
parámetros. Pero la intención de Drake era abrir una discusión en este terreno,
por lo que en ese aspecto su ecuación ha sido muy exitosa. En lo que se refiere
a la detección de este tipo de señales. Desde los años 60s cuando Drake planteo
su ecuación, no hemos encontrado ninguna señal que se pudiera considerar un
mensaje interestelar de otra civilización.
Independientemente de que
no hayamos podido detectar ninguna señal hasta el momento, algunos científicos
están tan convencidos que ya han hecho su clasificación para las posibles
civilizaciones extraterrestres usando para ello, la capacidad de las mismas
para explotar los recursos energéticos de su entorno. Si ya os estáis
preguntando donde quedamos nosotros en esta escala, os aviso de que esta cuenta
con 3 niveles y nosotros no llegamos ni cerca del uno todavía.
En este artículo utilizo
la interpretación de esta escala del famoso físico y divulgador Michio Kaku. En
el nivel I, encontraríamos civilizaciones que han sido capaces de controlar
totalmente los recursos energéticos de su planeta. Esto les permitiría manejar
el tiempo atmosférico y explotar eficientemente los recursos de la superficie o
de los océanos. Este tipo de civilizaciones muy probablemente habrían
conseguido explorar la totalidad de sus sistema solar e incluso establecido
colonias en los planteas donde las condiciones lo permitieran. Según Kaku, los
terráqueos estaríamos a uno o varios siglos de poder alcanzar este nivel. Ya
estamos inmersos en la exploración de nuestro sistema solar, pero queda claro
que establecer colonias exteriores queda aún lejos.
Las civilizaciónes tipo
II, habrían conseguido explotar eficientemente la energía de su estrella. Y no
me refiero a desarrollar buenos paneles fotovoltaicos, si no a utilizar la
estrella como si de un inmenso generador se tratase. Este tipo de
civilizaciones tendría la tecnología suficiente para llegar a colonizar
estrellas cercanas. Un ejemplo de ciencia ficción para ilustrar las
civilizaciones tipo II, sería el mundo de Star Trek. En este escenario la humanidad
sería capaz de llegar a otros sistemas solares utilizando agujeros de gusano y
de navegar entre ellas con motores impulsados por la colisión entre materia y
antimateria. Así se pueden establecer las colonias que la nave Enterprise debe
proteger.
La civilización tipo III
sería capaz de hacer uso de la energía de la galaxia en su totalidad, y con
acceso a este nivel de energía un conocimiento mucho más profundo de las leyes
de la física podrían alterar el espacio para permitir viajes en el hiperespacio.
Un ejemplo de ciencia ficción podrían ser las novelas de la serie Fundación de
Isaac Asimov.
Nosotros nos
encontraríamos en una civilización tipo 0, que aunque ya es capaz de explotar
algunos recursos a nivel planetario y de hacer uso de la energía nuclear, lo
hace de forma muy ineficiente, y aún está a la merced de los elementos en su
planeta. La idea de que puedan existir este tipo de civilizaciones esta aún más
en el terreno de la ciencia ficción que en el de la ciencia. Pero es necesario
tener en cuenta que nuestra capacidad para explotar recursos energéticos crece
a nivel exponencial, no lineal. Hoy en día no es nada fuera de lo común
disponer de un coche de 200 caballos de potencia. Hace 100.000 años la inmensa
mayoría de los humanos solo tenían acceso a aproximadamente un octavo de un
caballo de potencia, el poder de sus propios músculos. El uso de diversas
herramientas puede haber doblado esta capacidad. Pero solo con la domesticación
de grandes mamíferos a lo largo de los últimos 5.000 años, fuimos capaces de
utilizar uno o quizás dos caballos de potencia. La Revolución Industrial va a
acelerar este proceso vertiginosamente. La máquina de vapor de James Watt
alcanzaba 10 caballos de potencia. Hoy en día cualquier automóvil ofrece una
potencia 10 veces mayor, que palidece en comparación con los 100.000 caballos
que puede desplegar un avión comercial o con las decenas de millones que pude
alcanzar un cohete espacial. Siguiendo esta progresión, las civilizaciones tipo
I y II al menos, no parecen tal locura.
Algo que comparten las
civilizaciones I, II, y III, es que todas necesitarían unas estructuras
sociales inmensamente avanzadas que conllevarían la unidad político-social del
planeta o sistema solar en su totalidad. Unos de los temores que existe entre
los científicos que estudian la posibilidad de la existencia de vida
extraterrestre, es que la transición entre el nivel 0 y I sea extremadamente
problemática, no por las dificultades tecnológicas, más bien por las políticas.
Una civilización como la nuestra, capaz acceder a un uso restringido de la
energía nuclear debido a las características del uranio, tiene a su alcance la
posibilidad de destruir la vida inteligente en el planeta. Por no hablar de la
capacidad destruir el ecosistema del que depende antes de ser capaz de
controlarlo, como se supone haría una civilización del tipo I. Esto lleva a
muchos a pensar, que existe la posibilidad de que hayan existido muchas
civilizaciones como la nuestra que se han aniquilado a sí mismas antes de poder
alcanzar la unidad política necesaria para llegar al nivel I. Esto conllevaría
que pocos años después de poder emitir ondas electromagnéticas, estas
civilizaciones perecerían en una guerra total, por lo que habría pequeñas
fuentes de ondas de radio, encendiéndose como tenues luces, antes de apagarse
por completo unas décadas o siglos después.
Este post está documentado e inspirado en el
libro: Hyperspace: A Scientific
Odyssey Through Parallel Universes, Time Warps, and the 10th Dimension de Michio
Kaku.
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