¿Cómo te
sentirías se te despertases un día empapado en sangre delante de un cadáver con
un cuchillo en la mano? Esto puede parecer una escena de una película de
terror, con posesión infernal y espíritus diabólicos incluidos, pero es algo
que a le ha pasado a más de uno en la vida real.
Uno de los casos
más celebres es el de Ken Parks. Este Canadiense se hizo famoso tras matar a su
suegra estando sonámbulo. La noche del crimen el mismo se entregó a la policía
aún no despierto del todo. Los policías se encontraron a un hombre totalmente
ensangrentado que todavía no se había dado cuenta de que se estaba desangrando
debido a un profundo corte en la mano, que les indicó que creía que acababa de
matar a sus suegros. Más tarde cuando un inspector acudió al hospital, este no
sabía discernir si se encontraba ante un enfermo mental o ante el mejor actor
del mundo, cuando Parks honradamente le pregunto si había matado a sus suegros.
El inspector le informó de que efectivamente la madre de su mujer estaba muerta
pero su marido había sobrevivido. Fue tras consultar a un experto médico cuando
se empezó a sospechar que Parks ni estaba loco ni era el mejor mentiroso del
mundo. Por raro que parezca, la verdad es que había cometido el crimen mientras
estaba dormido.
Los meses
anteriores al asesinato habían sido un desastre para Parks. Siendo un tipo
afortunado, Parks había conseguido casarse con una chica de clase social algo
más alta para empezar una vida de clase media acomodada en los suburbios de
Toronto. Pero su idílica vida familiar se vino abajo cuando se enganchó a las
apuestas en las carreras de caballos. Creyendo tener una habilidad especial
para escoger el caballo ganador, Parks empezó a apostar todo lo que tenía y lo
que no también. Para cubrir sus deudas acabó falsificando órdenes de pagos de
su trabajo hasta acabar pasando tiempo en la cárcel. Cuando su mujer se enteró
de que había prometido su frigorífico a un prestamista decidió amenazar con
dejarle si no paraba de apostar, y le pidió que fuera a casa de sus padres (los
de la esposa) a pedir dinero para salir del agujero en el que se habían metido.
Esa noche Parks se fue a la cama sabiendo que al día siguiente le esperaban las
horas más incomodas de su vida. Lo que no se imaginaba era hasta qué punto.
Parks venía de una familia de gente con
parasomnias, curiosos y espectaculares trastornos del sueño. El y su padre
habían mojado la cama hasta los veinte, síntoma de que pasaban demasiado tiempo
en fases profundas de sueño y ambos salían a dar paseos por la noche. El
sonambulismo era también común en la familia. Su abuelo acostumbraba a
levantarse por la noche a freír huevos y cebolla, para después irse a la cama
sin comérselos. Ken también había hecho sus pinitos, su abuela se lo encontró
una vez intentando descolgarse de un sexto piso.
No se sabe a
ciencia cierta qué produce el sonambulismo ni como predecirlo, pero parece que
hay factores como la tensión o la falta de sueño que lo hacen más probables. En
el caso de Parks, aquella fatídica noche, ya llevaba varias noches durmiendo
mal, y obviamente había tenido momentos más relajados en su vida. Por lo tanto
contando con su disposición natural y los factores externos, todo estaba
decantado para tener una noche movida.
En mitad de la
noche Parks se levantó pero sin despertarse antes. Cogió su coche y condujo
casi 20kms hasta la casa de sus suegros. Una vez allí, sacó la palanca del gato
y entró en la casa de sus suegros con la llave. Dennis, el marido, se despertó
con las manos de Parks (un tipo corpulento) alrededor de su cuello, y pronto cayó
desmayado. Al despertarse se encontró a su mujer muerta a su lado con cinco
puñaladas y la cabeza herida de un golpe con la palanca del gato.
Llegado el juicio
no cabía duda alguna de que Parks había cometido el crimen. La gran pregunta
era si debía ser condenado por ello. Tras las declaraciones de algunos expertos
médicos, el jurado aceptó la estrategia de la defensa y declaró a Parks no
culpable, ya que este no era una persona consciente en el momento de cometer
estos actos.
El caso de Parks
no es único, y se han dado otros similares a lo largo de la historia. Estos nos
son más que lo ejemplos más espectaculares de un fenómeno bastante común, las
ya mencionadas parasomnias.
Esta curiosa
afección, cuya variedad más conocida es el sonambulismo se debe a la naturaleza
modular de nuestro cerebro. Cuando nos vamos a dormir ciertos módulos se
activan y desactivan durante distintas fases del sueño. Lo que ocurre dentro de
nuestro cuerpo es mucho más complejo de lo que podemos apreciar a simple vista.
Normalmente asociamos estar tumbado e inmóvil y con los ojos cerrados a dormir.
Esto es así porque nuestro cuerpo segrega hormonas especializadas que paralizan
nuestro cuerpo. Un de las razones por las que es aconsejable estar paralizado,
es porque durante la fase de sueño REM (Rapid eye movement, o también conocida
como MOR en español), gran parte de nuestro cerebro se encuentra activo al
mismo nivel que cuando estamos despiertos. La diferencia es que el córtex
frontal, encargado de funciones de como el pensamiento lógico y el autocontrol,
no está presente para vigilar que no hagamos locuras. Por eso es una buena idea
dejar el cuerpo paralizado, para que el cerebro pueda estar todo lo activo que
quiera sin meternos en problemas mientras soñamos.
Pero en
ocasiones, esta paralización temporal puede fallar provocando trastornos
como el Trastorno del Sueño REM. Este se
da sobre todo en varones de edad avanzada que se mueven al dictado de sus
sueños. En muchos casos, estos se levantan gritando, o le hacen llaves de lucha
libre a sus esposas, que acaban por dormir de forma permanente en otra
habitación. En otro trastorno asociado hay quienes tienen sexo mientras están
dormidos.
Pero sin duda la
parasomnia más común es el sonambulismo. En el caso del sonambulismo, las áreas
del cerebro que controlan la percepción espacial y la capacidad de movimiento
se mantienen activas, mientas que las zonas que contralan el pensamiento
racional y la consciencia y la memoria están dormidas (de ahí que no se
recuerde nada después). Aunque la mayoría de los sonámbulos no pasan de dar
algún paseo por casa, se han dado casos de sujetos dormidos llevando a cabo
tareas de gran complejidad como ya hemos visto.
Una de cada cinco
personas anda dormida al menos una vez
en la vida, aunque en la mayoría de los casos esto sucede de niños. Por alguna
curiosa razón, lo niños sonámbulos tienden a moverse de forma lenta y
letárgica, mientras que los adultos suelen hacerlo de forma rápida y enérgica
como si fueran con prisa. Contrario al mito, no parece haber ningún tipo de
peligro en despertar a un sonámbulo. Al menos para él, porque lo que sí es
común es que estos se comporten de forma agresiva al ser despertados. Así que
si veis a alguien dirigirse dormido hacía una ventana, no dudéis en
despertarle, por que otra parasomnia que puede darse es el llamado,
pseudo-suicidio, cuando alguien se mata sin saberlo mientras está dormida. Pero
ya sabéis, una vez despierto el sonámbulo poneos a cubierto por lo que pueda
pasar.
Este artículo está basado e inspirado en el libro “Dreamland:
Adventures in the Srange Science of Sleep” de David k. Randall.
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