En el 2006, Mike Brawn se convirtió para muchos en una
especie de supervillano de la astronomía cuando pasó ser conocido como “El
hombre que mató a Plutón”. De pequeños todos estudiamos que el sistema solar
tenía 9 planetas. El más lejano de ellos, Plutón era más pequeños que el resto,
una bola de hielo a la que no alcanzaba el calor del Sol. Y cuando uno se
aprende algo tan importante de niño, le coge cariño a la idea.
Sin embargo a principios del nuevo siglo, la capacidad de
los astrónomos para ubicar todo tipo de objeto en las lejanías del Sistema
Solar se incrementa enormemente. Poco a poco se van descubriendo nuevos
asteroides de todo tipo de tamaños, sobre todo en el Cinturón de Kuiper, una
zona más allá de la órbita de Neptuno, donde se encuentran todo tipo de objetos
girando alrededor del Sol. Los problemas para Plutón aparecen cuando se
empiezan a encontrar nuevos asteroides cada vez mayores en el Cinturón de
Kuiper. Muchos de estos son tan grandes que se les da el nombre de planetas
enanos.
Según se iban apareciendo objetos celestes que rivalizaban
en tamaño con Plutón, los astrónomos empezaros a temer la posibilidad de acabar
con cientos o miles de planetas en el sistema solar. Por fin en el 2005, legó
el suceso que remataría a Plutón. Este fue el hallazgo de Eris, un planeta
enano que aunque tiene un diámetro ligeramente inferior a Plutón, es más masivo
que este. En un principio se consideró a Eris, que hasta tiene su propia luna,
como el décimo planeta. Pero finalmente la Unión Astronómica Internacional optó
por crear una nueva categoría para Eris y astros similares, llamada de hecho
planteas enanos, en la que necesariamente se tuvo que incluir a Plutón. Básicamente
un planeta enano se diferencia de un planeta, en que este no ha limpiado la
vecindad de su órbita de otros objetos celestes, lo que delata un origen
distinto.
Pero recientemente Mike Brown ha pasado de Villano estelar a Héroe, colaborando en el primer paso de lo que probablemente sea el nuevo Planeta 9, posición que solía ocupar Plutón en su momento. Este planeta no ha sido aún observado directamente, y es posible que aún se tarde algunos años en hacerlo. Pero un cuidadoso análisis de las orbitas de muchos de los objetos que circulan en las afueras del sistema solar apuntan a que hay algo muy grande orbitando ahí fuera.
Todos los objetos que se encuentran en el Sistema Social,
están influenciados sobre todo por el Sol, como astro de mayor masa. Pero el
resto de plantes también tienen su importancia, sobre todo los gigantes
gaseosos como Júpiter y Saturno. En las afueras, Neptuno tiene una gran capacidad
de alterar las órbitas de otros planteas, dada su posición más alejada del Sol,
pero más cercana a los objetos que se encuentran en el Cinturón de Kuiper.
Cuando Mike Brown, el hombre que mató a Plutón y su
colaborador Konstantin Batygin, estaban estudiando una familia específica de
objetos celestes que circulaban en órbitas parecidas, se dieron cuenta de que
la influencia de Neptuno debería haber separado las órbitas de estos planteas a
lo largo del tiempo. El que todos estos asteroides se mantuvieran alineados era
muy extraño una vez realizados los cálculos correspondientes. Es entonces
cuando postularon la existencia de un hipotético planeta, unas 10 veces mayor
que la tierra, que pudiera ser responsable de mantener estas rocas a raya,
circulando por la misma pista.
Una vez lanzada la hipótesis se encontraron otros objetos
con trayectorias difícilmente explicables cuyas órbitas cobran sentido con la
introducción de este planeta fantasma. Este es el caso de algunos asteroides
que giran en sentido perpendicular al plano de los grandes planetas o de otros
que se mantienes sospechosamente lejos de Neptuno, el capo de las afueras del
Sistema Social.
En ciencia, cuando una hipótesis solo explica un fenómeno,
tiene poca fuerza, ya que se podrían encontrar distintas causas para dar cuenta
de él, o podría tratarse solo de una casualidad. Pero cuando la hipótesis
empieza a dar solución a más y más fenómenos es el momento de darle
importancia, porque seguramente hay algo detrás. Así que ya toca buscar a este
nuevo Planeta 9.
Ahora el problema es que no estamos hablando de algo que
este ahí a la vista. Si lo estuviera, alguien lo habría encontrado. Este
planeta podría estar increíblemente más lejos que los demás, con el punto más
cercano de su órbita a unas 200 unidades astronómicas (la distancia entre
tierra y sol) y el más alejado a 1200. Y para completar su vuelta alrededor del
Sol se calcula que necesitará entre 10.000 y 20.000 años. Los extraterrestres
del Planeta 9 no celebran cumpleaños muy a menudo.
Hay que en cuenta que los planteas no emiten su propia luz,
solo reflejan la del Sol, y a tales distancias, no queda mucho que reflejar,
por no hablar de lo poco de eso que pueda llegar de rebote a la Tierra. Además
aunque se puede intuir su órbita aproximada por su influencia gravitatoria en
otros objetos, el área de rastreo es inmensa. Aún así la comunidad científica
es optimista y los astrónomos creen que una vez se ha llamado la atención sobre
este nuevo miembro del club planetario, no se tardará mucho en dar con él.
Inspirado y documentado en el vídeo:
Imagen:
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