Alucinaciones: cine y música para ciegos y sordos



Experiencia relacionada con el glaucoma: pérdida de visión periférica y visón central con imágenes superpuestas de tipo SCB.


¿Qué pensarías si estando en una habitación a solas con una anciana ciega esta te dijera que está viendo a gente vestida de época tomando el té? Imagino que debido a ciertos clichés cinematográficos lo que nos produciría sería terror. Pero descontando estas fantasías, es probable que nos pareciera un signo de demencia, de pérdida de control  de la mente. Sin embargo podríamos estar enteramente equivocados. Hay miles de personas más cuerdas que tú y que yo a lo largo del mundo, que tienen estas y otros muchos tipos de alucinaciones.

Oliver Sacks, célebre neurólogo y divulgador se decidió a escribir un libro sobre este tema tras años siendo consciente de que cientos de ancianas y ancianos a lo largo del globo ocultan todo tipo de alucinaciones para para no acabar en un hospital mental, considerados dementes. Tras años de experiencia en residencias y centros  de mayores, Sacks tuvo la oportunidad de conocer de primera mano cientos de experiencias personales de distintos pacientes, y cuando él mismo llegó a una edad avanzada se decidió a escribir sobre el tema.


En su libro, Sacks trata todo tipo de alucinaciones, pero yo me voy a enfocar en describir las que me resultaron más sorprendentes. En primer lugar me voy a centrar en un bloque de fenómenos que comparten una serie de características comunes. Todas son alucinaciones que les ocurren a personas que han perdido el sentido con el cual alucinan precisamente. Ciegos que ven, sordos que oyen… pero no en la forma que el resto de nosotros. Para entender este tipo de alucinaciones tenemos que considerar que el órgano que nos permite ver es el cerebro. En nuestra experiencia personal y subjetiva percibimos que vemos con los ojos. Si cerramos los párpados el mundo se oscurece. Al abrirlos vuelve a estar ahí. La perspectiva del mundo es la de nuestros ojos y si estos son dañados, se reduce nuestra visión. Lo mismo sucede con los sonidos, que parecen entrar a la consciencia directamente desde el oído y otro tanto con resto de sentidos. Pero hoy en día sabemos que nuestros órganos sensoriales no hacen otra cosa que recopilar información. Son sensores, como las lentes de una cámara o un simple micrófono. Es el cerebro el que recibe y decodifica toda esta información para darle sentido y hacerla parte del ámbito de la consciencia que es lo que nosotros percibimos. Esto quiere decir que la capacidad de ver, oír, sentir, etc. Está más en el cerebro que en cada uno de los sentidos. Esto implica que aunque uno de nuestro s órganos sensores sea dañado, el cerebro aún guarda toda su capacidad para hacernos percibir todo tipo de sensaciones en nuestra consciencia. Y de hecho esto ocurre en porcentajes nada despreciables. 


En ocasiones una lesión en un órgano sensorial, pongamos los ojos como ejemplo por claridad, priva al cerebro de la información necesaria  para crear la percepción correspondiente, imágenes del mundo exterior en este caso. Pero la parte específica del cerebro, en este caso el córtex visual, privada de su entrada de información habitual, puede volverse hiperactivo y comenzar a producir sus propias corrientes eléctricas que motivarán una actividad que el sujeto en cuestión percibirá como alucinaciones. Este tipo de experiencias se conocen con el nombre del síndrome de Charles Bonnet. Charles Bonnet era un científico suizo del siglo XVIII dedicado sobre todo al estudio de la bilogía. En un momento dado, su abuelo Charles Lullin empieza a perder visión rápidamente y de forma paralela, comienza a experimentar todo tipo de visiones. Bonnet le pide a su abuelo que le describa sus alucinaciones para poder documentarlas. Su abuelo le informó de como las visiones habían comenzado con algo sencillo, como una especie de pañuelo azul flotando en el aire con un círculo amarillo en cada esquina. Con el tiempo las visiones se fueron haciendo más complejas y visitantes imaginarios aparecían en su casa. Lullin aún conservaba parte de su visión que era eclipsada por el “pañuelo azul” y el resto de visiones.  Esto las hacía aún más problemáticas y que estas podían mezclarse en su campo visual y ser tomadas como reales. Durante una visita de sus nietas, Lullin observó que estás venían acompañadas por dos guapos jóvenes delicadamente vestidos. Este recriminó a las muchachas que no le avisaran de la visita, dejándolas perplejas ya que no había nadie más en la habitación. Tras breves instantes las imágenes desaparecieron dando paso a nuevas “visitas”. En el caso de Lullin, un día las alucinaciones se fueron para no volver, pero su nieto ya había tomado nota y pudo bautizar con su nombre a este curioso fenómeno. 


A pesar de este descubrimiento el SCB pasó desapercibido hasta principios del siglo XX cuando se comenzaron a documentar más casos, y aún hoy es prácticamente ignorado. Pero un estudio realizado en los Países Bajos por el psiquiatra geriátrico Robert J Teunisse con 600 ancianos con problemas visuales, indica que un 15% han experimentado alucinaciones complejas y el 80% algún tipo de alucinación más sencilla, como formas, colores o patrones. En el caso de las alucinaciones complejas, aunque en ocasiones pueden ser realistas como en el caso de Lullin, también pueden aparecer como tipologías más al estilo de dibujos animados o imágenes incongruentes o distorsionadas, como ojos o narices flotando, miembros desproporcionados. Otras tipologías son letras, números o notación musical, que por lo general no son legibles. Una especie  de imitación sin sentido. La mayoría de las visiones son entretenidas, aunque en ocasiones pueden aparecer como desagradables y mostrar siluetas amenazantes, rostros grotescos… A pesar de esto último, una característica que las alucinaciones de este tipo comparten, es que son emocionalmente neutras. Más allá de su apariencia bella u horrenda, estas imágenes no tienen gran significación para los pacientes que las experimentan. Son siempre silenciosas y no guardan relación alguna con las vidas sus creadores. Si aparecen personas o rostros realistas son siempre desconocidos y la sucesión de imágenes es principalmente aleatoria y sin nexo alguno. No hay una narrativa o historia personal detrás de las mismas. 


Respecto a las causas neurológicas del SCB, El Dr. Dominic Ffytche experto en psiquiatría geriátrica e investigador en el King College de Londrés, en uno de sus estudios encontró relaciones tremendamente interesantes entre zonas del córtex visual y tipologías de alucinaciones: las imágenes de caras con rasgos exagerados se corresponden con la activación del sulco temporal superior donde se procesa la percepción cada parte del rostro; las alucinaciones alfabéticas en áreas en el hemisferio izquierdo relacionadas con el reconocimiento de palabras; etc. También encontró diferencias en activación cerebral entre la imaginación visual voluntaria y las incontroladas visiones del SCB. En el caso de imaginaciones que incluyan color el área V4 del córtex visual no se activa, lo que si sucede con las alucinaciones en color.


Del mismo modo que los ciegos pueden experimentar alucinaciones visuales, aquellos que sufren una pérdida de oído pueden llegar a tener alucinaciones auditivas. Muchas de estas comienzan con el típico pitido en el oído que en general está asociado a una pérdida de audición. Cuando uno de estos pitidos suena, el filamento que detectaba esa frecuencia en particular es dañado y es posible que la capacidad de percibir ese tono se pierda para siempre. La mayoría de nosotros ha experimentado este molesto pitido alguna vez, pero para algunos se puede convertir en un fenómeno permanente. En algunos casos este pitido va ganando complejidad y puede acabar convirtiéndose en sonidos más complejos e incluso melodías. Otros pacientes perciben una variedad de efectos sonoros que se originan en el propio cerebro. Entre los pacientes con alucinaciones musicales, en ciertos casos estas pueden llegar a convertirse en un auténtico hilo musical. Los sujetos de las mismas no tienen ningún tipo de control sobre esta música que puede ser variada o monótona, reconocible o no, que puede llegar a sonar tan alto como para impedirles oír claramente otros sonidos reales. Al principio la mayoría busca el origen de las canciones y melodías en un aparato de radio en la cercanía, hasta que el hecho de que nadie más alrededor las oiga, les convence de que son producto de su propio cerebro. Para algunos la música es una maldición. Otros la experimentan como algo divertido, un hilo musical gratuito que les acompaña donde quiera que vayan. 


También es común oír voces. Este síntoma es más problemático ya que es fácilmente estigmatizado, dado que “oír voces” es el rasgo más característico de la esquizofrenia, un problema mental que desgraciadamente está rodeado de prejuicios. Pero hay una gran variedad de personas que oyen voces sin tener ningún asomo de problemas sicóticos. De nuevo se dan casos en personas que han perdido un porcentaje de su capacidad auditiva. Pero en el caso de las “voces” hay una gran variedad de individuos que las experimentan en un momento dado sin tener pérdida de oído. En algunos casos pueden estar motivadas por embolias o tumores, y tan pronto como los pacientes se recuperan de las dolencias dejan de experimentar las voces. Una variedad de alucinaciones que casi la mayoría llega a experimentar de una forma u otra, son las audiciones auditivas provocadas por el duelo. Se dan multitud de casos de personas que creen haber oído a sus seres queridos recientemente fallecidos en ciertos momentos. La manifestación más común es que el fallecido nos llame por nuestro nombre. La alucinación de oír el nombre de uno mismo pronunciada, de hecho no se restringe al duelo y me aventuraría a decir que casi todos la hemos experimentado. 


Otro tipo de alucinaciones auditivas son las producidas en momentos de gran tensión, peligro o debilidad física. Un caso muy ilustrativo es el de Joe Simpson, un alpinista inglés que durante una expedición de alta montaña en los Andes se pierde durante una ventisca, cayendo por un cortado y rompiéndose una pierna. Durante la tormenta su compañero le cree muerto y tiene que abandonarle para salvar su propia vida. Días después Simpson aparece en el campamento base como un espectro volviendo del mundo de los muertos. Durante su travesía por nieve y roca, arrastrándose con una pierna rota sin comida ni agua, Simpson experimenta la desintegración de cuerpo y mente. En su cabeza, durante su agonía,  Simpson percibe dos voces que discuten cada decisión. El acaba siguiendo una de ellas, más clara y autoritaria. Una voz determinada y resuelta que le va dando instrucciones sencillas sobre cómo sobrevivir. “Arrástrate hasta esa roca”, “¡Continúa!”. De esta forma Simpson consigue salir adelante y llegar hasta el campamento. Posiblemente la voz no era otra cosa que el propio discurrir mental de Simpson, la voz de la conciencia que todos experimentamos. Pero dada su debilidad física, la tensión, el miedo, Simpson experimenta esta voz como algo externo, un agente exterior que le ordena que hacer en cada momento. Llegando al campamento, ya totalmente exhausto, Simson va perdiendo todo control sobre su mente. En un delirio constante, empieza a oír música en su cabeza. La última canción que oye antes de desvanecerse finalmente es de Bonnie M. En el reportaje sobre su experiencia, “Tocando el vacío”, Simpson recuerda lo absurdo que le pareció en el momento morir escuchando Bonnie M, que ni si quiera le gustaba.  Finalmente Simpson se desmayó a escasos metros de la tienda de sus compañeros de viaje. Uno de ellos al oír las voces delirantes no se atrevía a salir ya que pensaba que la voz era algo sobrenatural. Lógicamente acaban rescatándole y la historia tiene un final feliz, y Simpson continúo haciendo alpinismo después de recuperase de su odisea personal. 


Las alucinaciones no se limitan solo a la vista y el oído. Uno puede alucinar tacto, olores y sabores. Pero las dos primeras categorías son más comunes, probablemente por su preponderancia en el ser humano. Quizás los perros  alucinen olores más que imágenes. O quizás ciertos sentidos son más dados a la alucinación que otros, por la forma en que se procesan en el cerebro. 


Tampoco es esencial tener una pérdida de vista u oído o una lesión cerebral para percibir alucinaciones. Todos hemos experimentado algún tipo de alucinación mientras deliramos de fiebre. Las migrañas y ataques epilépticos generan alucinaciones en un pequeño porcentaje de pacientes. Otro tipo de alucinaciones muy extendidas son las alucinaciones son las hipnogógicas e hipnopómpicas que se producen antes y después del sueño. Estas son esa especie de estadio entre el sueño y la vigilia. Pero ambos tipos de alucinación son neurológicamente distintas a los sueños y entre sí. En la mayoría de nosotros estás experiencias no son muy espectaculares, pero hay quien despierta viendo seres extraños en su habitación, como en el caso de uno de los pacientes de Sacks que en ocasiones se levantaba con una anciana fantasma sentada en la esquina de la cama mirándole. Y por supuesto está el mundo de las alucinaciones provocadas por drogas psicodélicas sobre el que se han escrito ríos de tinta. 


Espero que este artículo haya ayudado a arrojar algo de luz sobre algunos de los tipos de alucinaciones menos conocidos, a separar el fenómeno del ámbito de los brotes sicóticos y el abuso de las drogas y a mostrar como las alucinaciones en general son también una ventana increíble de conocimiento sobre cómo funciona nuestro cerebro.

Este post está inspirado y documentado en el libro "Alucinaciones" de Oliver Sacks.

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