De como el sol podría matar el internet y dejarnos sin luz

Imagina… estás en tu casa sentado tranquilamente mirando alguna chorrada en el ordenador cuando este deja de funcionar, la intensidad de la luz de las lámparas empieza a fluctuar y en unos segundos se ha ido la luz. Sales a la calle a informarte y te dejan saber de que hay un apagón generalizado. Tras horas sin electricidad esperas en la calle con los vecinos para averiguar que ha sucedido cuando llega el rumor, de que la electricidad no va a volver. Se dice que una tormenta solar ha destruido el tendido eléctrico y puede tardar años en ser reconstruido.

 
¿Suena catastrófico? Pues empieza a asustarte de verdad, los rumores pueden llegar a ser ciertos. De hecho no sería la primera vez. En el pasado tormentas solares han destruidos distintas infraestructuras. En 1981 seis millones de canadienses se quedaron sin electricidad en apenas un minuto y medio. Afortunadamente esta tormenta no fue de gran magnitud y el tendido eléctrico se recuperó en unos días. Este caso llama la atención por reciente, pero la tormenta más brutal hasta el momento fue la conocida como “Suceso Carrington”. En 1859 una lengua de plasma escapó del sol llevando consigo una cantidad enorme de energía. Al impactar con la atmósfera produjo auroras boreales en lugares donde no habían sido vistas nunca. También destruyó una parte importante de las líneas telegráficas de aquel momento al derretir parte de las mismas, interrumpiendo la comunicación por este medio. 


Este tipo de tormentas se producen constantemente en la superficie del sol, y los detalles de cómo el astro las produce no están del todo claras. Lo que sí sabemos es que durante estos episodios, enormes llamas formadas de millones de partículas cargadas de energía, salen disparadas de la superficie solar. A menudo estas se cruzan con la órbita terrestre como la enorme tormenta solar que tuvo lugar en 2012. Una tormenta que algunos científicos creen pudo ser mayor que la que derritió el telégrafo en 1859, atravesó la órbita de la tierra. Afortunadamente nosotros estábamos al otro lado del sol en ese momento. 


Las  tormentas solares no son realmente peligrosas para nuestras vidas. Nuestra atmósfera nos protege de las partículas más dañinas. Precisamente son estás partículas las que producen las auroras boleares al colisionar contra ella. La vida en la tierra ha transcurrido por millones de años indiferente a estos ataques de histeria solares. La cuestión es que hoy en día somos en gran medida dependientes de nuestra tecnología, y es esta la que está en un gran riesgo. La parte más expuesta son las redes de telecomunicaciones. Los satélites no están protegidos por nuestra amada capa de gas que nos resguarda de todas las malvadas radiaciones cósmicas. No haría falta una tormenta muy fuerte para interrumpir nuestros sistemas de comunicaciones. Un episodio un poco más intenso podría dañar la mayoría de los satélites de forma permanente. Y estos no son precisamente baratos, ni es fácil subirlos ahí arriba.  Una tormenta más grande podría tener repercusiones mucho más desagradables. Nuestro tendido eléctrico, mientras está en funcionamiento actuaría como un enorme pararrayos que absorbería toda la energía de la tormenta solar que llegara a nivel del suelo. Sobra decir que las tripas de muchos de nuestros amados gadgets electrónicos se freirían inmediatamente. Pero más preocupante aún, es que la mayoría de los transformadores de electricidad que abastecen nuestras ciudades e infraestructuras tienen partes que podrían fundirse. En unos pocos minutos nos podríamos quedar sin la mayoría de estos y llevaría años reemplazarlos. Los transformadores no son baratos ni fáciles de producir tampoco. Esta vulnerabilidad ha llevado a más de uno a predecir un posible futuro pos-apocalíptico y madmaxiano, donde la civilización es barrida por una tormenta solar. Hay que tener en cuenta que incluso las bombas que utilizamos para echarle gasolina al coche funcionan con electricidad. Por otro lado, en España somos afortunados gracias a nuestra orografía, pero en muchos otros sitios más llanos, necesitan bombear el agua a  depósitos elevados sobre pilares para que esta pueda llegar a las casas con presión. Sin gasolina no habría suministros (se encontraría la forma de llenar nuestros depósitos, pero probablemente mucho más lentamente) ya que son los camiones los que los llevan a cada núcleo habitado y sin agua… sobra el comentario. Con muy mala suerte sí que podríamos empantanarnos hasta el pecho. Yo por mi parte creo que el escenario más terrorífico es improbable. Pero simplemente una semana sin electricidad daría lugar a que pasen muchas, muchas cosas feas. 


Para finalizar me gustaría añadir una llamada a la tranquilidad, lo que es a la vez posible, pero no todo lo tranquilizador que uno desearía. En estos momentos, cientos de científicos monitorizan constantemente el sol para tener un conocimiento los más detallado posible de que está sucediendo en su superficie. Esto nos permitiría predecir gran parte de las tormentas solares y tomar las medidas pertinentes. Si apagásemos voluntariamente el tendido eléctrico, la amenaza se vería muy reducida ya que la red eléctrica no ejercería la misma atracción y los transformadores se podrían poner a salvo. En lo que se refiere a los satélites, muchos de estos se podrían situar detrás de la propia tierra, utilizando a esta como escudo anti llamarada solar. La buena noticia es que esto podría funcionar para muchas de las tormentas solares, que tardan horas o días en llegar a la tierra. La mala es los satélites que nos mandan esta información están tan lejos que el mensaje nos podría llegar un rato antes de que la tormenta fría todas nuestras infraestructuras.


La moraleja de esta historia parece clara para mí. Hace falta mucha inversión en sistemas de observación para mantenernos informados de que sucede en el vecindario solar. Las tormentas solares no son la única amenaza. Otra más célebre y conocida son los asteroides. Pero la solución para ambos problemas es parecida. Invertir en astronomía para localizar cualquier amenaza potencial para el planeta y protegernos mientras estemos a tiempo. Mientras tanto nuestro gobierno continúa recortando en investigación y como siempre tenemos que esperar que mama américa nos avise cuando estemos en peligro. Pero esa historia la dejamos para otro momento.


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