Hace siglo y medio, una joven británica desconocida decidió
viajar cerca del frente de guerra donde sus compatriotas estaban combatiendo
contra los rusos. Demostrando una audacia increíble se enfrentó al
establecimiento médico de su época, compuesto por hombres arrogantes que la
veían como una niñata ilusa. El
resultado es que la “niñata” les cerró a todos la boca y de su hazaña nació la
enfermería moderna.
Florence Nightingale, nace en 1820 en el seno de una familia
de clase alta durante la dilatada luna de miel de sus padres. De ahí su nombre,
fue bautizada como su ciudad de nacimiento, Florencia, de la misma forma que su
hermana mayor Parthenope, Nápoles en griego. La familia de Florence era
bastante progresista y su padre se volcó en la educación de sus hijas con una
energía que en la sociedad victoriana se reservaba a los varones. La joven era
muy buena estudiante y una buena aspirante a erudita, pero la sociedad de su
tiempo no le ofrecía forma alguna de canalizar su talento. Afortunadamente,
Florence forzaría a la misma a aceptar su ayuda. A los 17 años, Nightale vive una experiencia mística que
cambia el curso de su vida. Una voz interior le llama a ofrecer su vida a
ayudar a los demás. Entre los 20 y los 30, se pasa el tiempo intentando
encontrar una forma de usar sus aptitudes y aplicar los conocimientos que va
adquiriendo. Al principio anhelaba recibir una formación universitaria, pero
para cuando se inaugura el Queen College en 1848, una institución que ofrecía
la posibilidad de formación superior a las mujeres, Nighingale ya ha decido que
necesita ocuparse en asuntos más prácticos. Es en este momento cuando decide
enfocarse la enfermería, el área profesional que le daría un lugar en la
historia. Pero la joven encuentra una gran resistencia en casa. El oficio de
enfermera en aquellos tiempos estaba considerado propio de las clases bajas y
había estereotipos muy negativos sobre las mismas a las que se llegaba a
considerar como borrachas promiscuas. Ninghtingale no se deja intimidar por las
habladurías y persevera en su intención, pero tardará años en poder conseguir
su objetivo.
Su decisión finalmente se materializa en 1949 tras un viaje
por Egipto y Grecia. Durante su regreso, Nightingale tiene la oportunidad de
conocer el hospital-orfanato que Theodor y Caroline Fliedner habían fundado en
Kaiserswerth, Alemania. Al poco tiempo vuelve para comenzar allí su formación
como enfermera destacando por sus progresos en los aspectos prácticos y en
sobre todo por su capacidad intelectual para encontrar nuevas formas de ayudar
a los pacientes. Tras su paso por Kaiserswerth, Nightingale viajará por el
Reino Unido y Europa visitando hospitales dónde poder aprender nuevas técnicas
y formas de enfocar la enfermería. El Hospital Lariboisière de Paris le
impresiona especialmente por su limpieza y sus pabellones con abundante luz
natural. En aquella época la teoría más usada para explicar la transmisión de
enfermedades infecciosas eran las miasmas. Estas eran unos efluvios perniciosos
que se acumulaban en los sitios cerrados y sucios. La teoría fue demostrada
incorrecta en 1858 cuando Luis Pasteur descubrió que las infecciones se debían
a pequeños microorganismos o “gérmenes”. Pero el enfoque “miasmático”, aunque
en esencia erróneo, ayudaba a entender que la falta de higiene y ventilación
permiten que las infecciones se extiendan. Eran muchos intelectuales,
Nightingale incluida sospechaban que una buena higiene y alimentación tenían
mucho que ver con la seguridad y la recuperación de los pacientes. Curiosamente
eran los médicos de la época los que no daban demasiada importancia a la
higiene y se reían de los que les criticaban por no lavarse las manos antes de
atender a un paciente, después de haber tocado un cadáver.
En agosto de 1853, Nightingale consigue su primer empleo en
una institución sanitaria para señoras adineradas en Londres. Pero será al año
siguiente cuando la gran oportunidad profesional de su vida se presenta. Una uuerra
internacional estalla entre Rusia y el Imperio Otomano. Este segundo, será
apoyado por Francia y Gran Bretaña que enviarán tropas a la zona. Nightingale
decide acudir para aportar su grano de arena cuidando de los soldados heridos.
Su grano de arena acaba pesando como un arenal entero. Su destino es el
hospital de Escutari. Cundo llega al mismo, primero intenta introducir mejoras
más tímidamente para no confrontar con los médicos a cargo. Pero el sitio esta terriblemente
sucio y al final resulta posible introducir mejoras sin llamar la atención.
Nightingale promueve la limpieza del lugar y se sacan 215 carretillas de
suciedad del propio hospital, he incluso los esqueletos de dos caballos.
También se desatascan los desagües y se abre una lavandería en condiciones. Todo
con la constante interferencia de los médicos que veían sus reformas como si se
tratase de una señorita obsesionada con dejar su casa linda y preciosa. Tras
conseguir que los soldados estuvieran en habitaciones aireadas, durmiendo en
sábanas limpias y disfrutando de una buena dieta, la mortalidad se empezó a
reducir drásticamente. De un 45% en Febrero de 1855 a 2% en junio del mismo
año.
Gracias a las noticias de “The Times”, Nightingale fue
recibida como un héroe en casa a su regreso. Pero los médicos militares no
estaban tan contentos. El superior de los mismos intentó desacreditar a
Nightingale insinuando que se había dedicado a tratar a los pacientes menos
graves, durante la época del año más amable climatológicamente. Pero
Nightingale tenían una sólida base de manejo de métodos estadísticos. Durante
su etapa en Escutari mantuvo un registro con los datos de todos los pacientes.
Antes de su llegada, las muertes en Escutari superaban a la de los hospitales
de campaña en plena batalla. Tras su intervención el porcentaje de muertes era
25 veces menor. Finalmente Nightingale decide presentar sus informes a las
autoridades como parte de una petición para crear una Comisión Real sobre la
Salud en el Ejército. En ellos aparecen multitud de tablas y diagramas lo que representa
una revolución para un mundo médico en el que estos métodos eran algo
totalmente extraterrestre. La comisión es puesta en marcha y como resultado de
las estadísticas presentadas en la misma, Nightingale se convierte en la
primera mujer miembro de la Real Sociedad Estadística.
Tras este periodo, Nightingale dedica sus esfuerzos a crear
una escuela para la formación de enfermeras. Ya se habían dado proyectos en
esta dirección anteriormente, sobre todo de asociaciones religiosas. Pero
Nightingale le dará a su currículo una orientación más científica y práctica.
De nuevo se encuentra con la oposición de poderosos médicos como el cirujano
John Flint South, que consideraba que una enfermera no necesitaba más formación
que una criada. La escuela sigue adelante a pesar de las adversidades, aunque
finalmente Nightingale tomará voluntariamente un papel secundario en la misma.
Una enfermedad contraída durante la guerra le había ido debilitando y prefirió
dejar la labor de dirigir el centro para alguien con más energía. Por otro
lado, sus aptitudes destacaban más en lo intelectual que en la práctica diaria
y probablemente hubiera descartado dedicarse a la formación directa de enfermeras
de cualquier modo.
Aunque se recuerda a Florence Nightingale como la fundadora
de la enfermería moderna, el impacto de su introducción de métodos estadísticos
en los procesos de toma de decisiones por parte de las autoridades sanitarias
haya tenido un impacto mucho mayor. Hoy en día sería impensable que ningún tipo
de departamento de sanidad, dictara sus directrices sin basarlas en datos
estadísticos.
Este texto está inspirado en el título “Trick or
Treatment?: Alternative Medicine on Trial”de Simon Singh y Edzard Ernst,
y está documentado en el mismo y en siguiente enlace:
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