Hoyle vs. Gamow. La batalla por el origen de la materia






Hoy en día todos damos por sentadas teorías como la del desplazamiento de las placas tectónicas o el Big bang. Pero alguna de estas verdades que hoy en día se nos ofrecen como conocimiento ancestral en nuestras escuelas, son de hecho descubrimientos bastante recientes. En el caso del Big bang concretamente, su estatus de teoría estándar para explicar el origen del universo no se consolida hasta los años 60 del siglo XX. Su ascensión al olimpo de las grandes teorías científicas fue precedido por una encarnizada batalla académica entre dos de los astrofísicos con más personalidad del siglo XX y sus colaboradores, lo que las hace merecedoras de uno de los post de este blog.


Comencemos por el gran detractor de la teoría del Big Bang, Fred Hoyle. A lo largo de su vida Hoyle demostró además de una enorme integridad y tenacidad, una intuición científica  fuera de lo normal y un gran espíritu de superación. En un periodo en el que se estaban sentando las bases de nuestro conocimiento actual del universo, Hoyle fue una de las figuras claves en este desarrollo. Pero la suerte no acompaño a este gran investigador en el mayor desafío de su carrera, y paradójicamente hoy en día es conocido principalmente por haber bautizado a la teoría del Big bang con este nombre tan popular y resultón.  Fred Hoyle nació en Inglaterra en 1915, hijo de un comerciante de telas. Su infancia es la mejor muestra del carácter indomable que llego a convertirle en uno de los astrónomos más importantes del siglo XX. Desde muy pequeño Hoyle prefirió aprender por sí mismo que a través de la autoridad de los adultos. Siendo prácticamente un bebe dedujo por sí mismo como se leían la manecillas del reloj. Este talante no le hizo muy popular entre sus profesores  en una Gran Bretaña que aún retenía los valores autoritarios de la época victoriana. Por decisión propia dejó su primera escuela porque los numerales romanos le parecieron excesivamente absurdos, teniendo en cuenta que lo bien que funcionan los arábigos. En una escuela diferente, un día apreció en clase con una flor para demostrar a su profesor que esta especie en particular, tenía más pétalos de lo que el profesor había sugerido el día anterior. El docente premió esta capacidad de observación con un bofetón, por lo que en respuesta,  el pequeño Fred dejó la clase para no volver jamás. En estos periodos Hoyle se dedicaba a andar trasteando por la calle, de modo que prácticamente aprendió a leer a través de los textos de las películas de cine mudo. 


Afortunadamente, su gran curiosidad sirvió como contrapeso al desprecio que Hoyle sentía por los establecimientos educativos de su tiempo. Su interés en la astronomía se despertó siendo aún muy joven, cuando su padre comenzó a llevarle de visita a la casa de una amigo que poseía un telescopio. Esta primera chispa de curiosidad le animo a leer el libro “Estrellas y átomos”, de Arthur Eddington  que confirmó su pasión por la astronomía. Con esta nueva motivación, Hoyle volvió a las escuelas que tanto odiaba, pero esta vez para destacar por su excelencia académica. Esta le llevó finalmente a conseguir una beca para la universidad de Cambridge, en la que se graduó tras ganar un prestigioso premio para estudiantes de matemáticas, y en la que también obtuvo su doctorado en 1939. Desde este momento su carrera evolucionó con gran éxito, convirtiéndole en uno de los astrónomos más importantes de Gran Bretaña.


Nada más comenzar su carrera, Hoyle tuvo que dejarla  a un lado para luchar en la II Guerra Mundial. Durante los años de la guerra trabajo como experto en radares. De esta forma tuvo la oportunidad de conocer a Thomas Gold y Hermann Bondi, otros dos físicos que compartían su pasión por la astronomía. De vuelta a casa los tres comenzaron a colaborar en su investigación y se convirtieron en el equipo oficial británico en su enfrentamiento con Alpher, Gamow y Herman, su contrapartida americana y los grandes defensores de la teoría del Big bang. Por el contrario Hoyle, Gold y Bondi luchaban con todas sus fuerzas por la teoría del Universo estacionario. A principios del silgo XX, los físicos concebían el universo como eterno e inmutable. Pero a finales de los años 20, las observaciones de Edwin Hubble, habían demostrado que las galaxias se alejaban las unas a las otras a gran velocidad. El universo se estaba expandiendo. Esta observación había rescatado una oscura teoría desarrollada separadamente por el físico ruso Frederick Friedmann y el astrónomo y sacerdote Belga George Lamaitre. Esta idea resultaba repugnante para muchos de los físicos de la época, pero se ajustaba a las observaciones cosmológicas, mientras que teoría del universo eterno e inmutable de principios de siglo, no se tenía en pie. Sin embargo el trio de Cambridge consiguió resucitarla. Según  sus cálculos, aun  cuando la expansión de las galaxias era innegable, si existieran zonas en el universo donde la materia se crease espontáneamente, el universo podría ser a la vez dinámico e inmutable. Su configuración estaría cambiando constantemente pero para permanecer igual, con la misma densidad, temperatura y apariencia. De esta forma el universo se mantiene uniforme a la vez que encaja con las observaciones de Hubble. La teoría es conocida como el Universo estacionario.  Gold, un gran matemático, consiguió que sus ecuaciones describieran el comportamiento del universo con fidelidad dentro de su teoría. Además, en aquella época la teoría de Lamaitre y Freidmann , tenía un gran problema técnico. Al calcular la edad del universo se obtenían unos 2.000 millones de años. Aproximadamente la mitad de la edad  que dataciones radioactivas muy fiables daban para la tierra: 4.000 millones de años. Claramente un universo más joven que los elementos que hay en él, era concepto un tanto irrisorio.

A lo largo de los años 40 y 50, los astrónomos de todo el mundo se dividieron entre aquellos que apoyaban una u  otra teoría y una gran guerra intelectual se desato entre los equipos Big Bang (que aún no tenía ese nombre) y Universo estacionario y sus guerreros. Hoyle avanzó intentado encontrar una forma de probar su teoría. Su hipótesis a probar era que, si el universo era estático y la materia se formaba constantemente, deberíamos poder observar galaxias “bebe” o en formación en la misma proporción a cualquier distancia. Por el contrario, si el universo provenía de un átomo primigenio, las galaxias en formación solo se podrían observar en lugares recónditos, ya que la luz de estos sería de hace millones de años, de cuando estas galaxias estaban aún en formación. Pero en aquel momento los telescopios no estaban los suficientemente avanzados para corroborarlo. Por su lado Gamow, el líder del equipo Americano se dedicaba a mofarse de sus rivales británicos.  En aquella época decía que era lógico que una teoría tan conservadora, proviniese de un país tan conservador como Gran Bretaña. Otros, como el astrónomo canadiense Ralp Williamson se animaron a lanzar pullitas, y criticaron la falta de contacto con el mundo de la observación de Hoyle, Gold y Bondi. A esto Hoyle respondió que era como decir que uno no puede opinar de hidrodinámica a no ser que sea fontanero o repartidor de leche. Durante algunos años en lo que no hubo grandes avances experimentales en favor de una u otra teoría, la puja entre los dos bandos se redujo a este tipo de enfrentamientos infantiles, mientra juntaban munición en privado, refinando sus teorías. Es en esta época cuando Hoyle inadvertidamente le ofrece a la teoría que postulaba la expansión del universo, conocida en aquel momento como Modelo de evolución dinámica el nombre que la hizo grande, Big Bang. En 1950, Hoyle es invitado a realizar una serie de 5 capítulos para BBC radio. El director del programa elige a Hoyle a pesar de que este era un proscrito para la cadena, dada su tendencia a enfrentarse con el status quo. El programa resulta ser un gran éxito y hace a Hoyle famosos entre los oyentes de la BBC. En esta serie, cuando Hoyle se refiere al modelo expansionista pone un tono de voz despectivo y lo denomina “gran explosión”, como todos sabemos, big bang en inglés. De este modo esta teoría fue bautizada por su peor enemigo, que se pasó la vida intentando a acabar con ella. El nombre, usado inicialmente con la intención de ridiculizar la teoría, resultó ser enormemente popular y pronto científicos y público en general lo adoptaron.

A este enfrentamiento teórico entre dos modelos de universo también le debemos el descubrimiento del origen de la materia en su forma más estable y familiar: los elementos de la tabla periódica. En el momento en que Einstein postula su teoría de la gravedad que permitirá la revolución astronómica que desemboca en estas nuevas concepciones del universo chocando entre ellas, ya conocíamos la mayor parte de los elementos de la tabla periódica. Pero poco o nada se sabía de su origen. Una teoría coherente necesitaría explicar cómo se formaron los átomos correspondientes a los distintos elementos y su proporción en la naturaleza. Las observaciones espectroscópicas dejaban claro que el elemento más común en el universo es el hidrógeno  (90%) y por detrás de este el helio en una proporción mucho menor (9%). El resto de elementos representan un pequeño porcentaje de toda la materia existente (y de entre ellos casi todo este resto es oxígeno y carbono).

Este es un buen momento para introducir al gran rival intelectual de Hoyle y líder del “Equipo Big bang”, George Gamow. Este fue quizás el primero en trabajar seriamente en este problema. Gamow no tenía nada que envidiar a Hoyle en lo que se refiere a personalidad. Nacido en Ucrania en 1904, Gamow considera su primer experimento científico el análisis de la hostia consagrada que llevó hasta su casa en el interior de la mejilla para su análisis. Gamow la observó en el microscopio y no pudo encontrar ninguna diferencia que implicara que se había convertido en el cuerpo de cristo. Este carácter irreverente no encajaba dentro del asfixiante clima intelectual soviético. Gamow estaba muy interesado en la teoría del Big Bang, pero las autoridades del régimen consideraban que un momento de creación implicaba un creador, idea que según ellos no encajaba con la dialéctica marxista por lo que era necesario oponerse a ella (que fuera verdad o no, poco importaba). Gamow intenta huir del país en varias ocasiones. En el primer intento, el más aventurero,  pretendió cruzar el Mar Negro con su esposa remando en una canoa. Pero el mal tiempo les obligo a volver a Rusia. Tras un nuevo intento de escapar en barco por el mar Báltico, Gamow consigue una autorización para que su esposa le acompañe a la mítica Conferencia de Solvay. El matrimonio nunca regresó a la Unión Soviética sino que los Gamow se instalaron en los EEUU. Una vez allí, en una época en la que todos los físicos de partículas estaban trabajando en el Proyecto Manhattan para construir la bomba atómica, Gamow no consigue pasar la certificación de seguridad debido a su nacionalidad. Esto permite le permite dedicarse por entero a estudiar el problema de la nucleosíntesis, el origen de los átomos. Para su estudio Gamow se basa en el trabajo de Hans Bethe. Algunos años antes Bethe había conseguido plantar las bases teóricas de como las estrellas fusionan hidrógeno para producir Helio. Lo curioso era que este proceso es extremadamente lento para explicar la relativa abundancia de Helio en el universo. Esto daba pie a pensar que gran parte de este helio existía desde el mismo momento de la creación. Si Gamow encontraba una forma coherente resolver este problema dentro del marco de la teoría del Big Bang este sería un gran paso hacia delante.

La idea era usar un método parecido al utilizado por Bethe para explicar la fusión nuclear dentro del sol. Sabiendo la densidad y temperatura actual del universo, uno puede averiguar la densidad y temperatura en momento anterior según estas van aumentando con la presión al viajar hacia el pasado. La idea era brillante, pero los cálculos necesarios eran de una dificultad terrorífica. Al principio del tiempo, a cada segundo las condiciones cambian enormemente lo que obliga a modificar las ecuaciones que explican las reacciones nucleares cada pocos segundos. Las habilidades matemáticas de Gamow no estaban al nivel de su intuición física y por un tiempo su investigación se encontró ante un muro infranqueable. Pero finalmente Gamow consiguió encontrar a la persona adecuada para ayudarle con esta épica investigación. Ralph Alpher era un joven con un gran talento matemático buscando una oportunidad para destacar en el mundo académico. Gamow un físico teórico consolidado que tenía el tipo de reto que le daría la oportunidad de lanzar carrera del joven hacia delante. Durante tres años, ambos trabajaron duramente hasta que de sus ecuaciones un patrón maravilloso comenzó a emerger. Según sus cálculos, en los primeros momentos de la expansión del universo los núcleos atómicos tendrían demasiada energía como para asentarse en átomos. Pero tras el enfriamiento producido por la expansión, estos  perderían suficiente energía como para formar hidrógeno y Helio en una proporción de 10 a 1, exactamente lo observado en el universo real. El resultado era absolutamente increíble. Pero inexplicablemente, tras un pequeño revuelo despertado por Alpher presentando el paper como su tesis doctoral, la comunidad científica presto escaso interés a este descubrimiento. Para más desgracia de Alpher, que había cargado con la parte más dura del trabajo, él terminó recibiendo muy poco reconocimiento por este artículo. Esto se debe a que Gamow le encantaban las bromas. De esta forma consiguió colar a su amigo Bethe como coautor. La intención era puramente cómica, para que el paper se llamara Apher, Betha, Gamow, muy similar a las tres primeras letras del alfabeto griego alfa, beta y gama. Pero para Alpher, aparecer junto a dos científicos consolidados empequeñeció el papel su aportación. Algunos años después  Alpher acaba dejando el mundo académico para trabajar como investigador en General Electric. Poco se imaginaba el que su trabajo convertiría en una de las publicaciones más importantes en la astronomía del siglo XX y que la bromita de Gamow pasaría a los libros de historia. Pero el genio de Alpher no se queda ahí. Antes de pasarse a General Electric, Alpher había estado investigando otro aspecto clave del Big Bang, junto a otro joven físico Robert Herman, con una menor implicación de Gamow. Alpher dejaba la investigación del Big Bang sin ser consciente de que había encontrado la llave para demostrar la existencia del big bang. Del trabajo de Alpher y Herman se desprendía que la expansión inicial de universo debería a haber dejado una traza de luz, que tras millones de años de expansión se habría convertido en microondas de aproximadamente un milímetro de longitud de onda.

Volviendo a Hoyle, este, en un épico intento por ganar entendimiento de como se forma la materia esperando encontrar evidencias de su apreciada teoría, hace un descubrimiento asombroso. Ambas teorías tenían un gran problema. Ninguna era capaz de explicar la creación de átomos más pesados que el helio. Los elementos más pesados tienen poca relevancia respecto al total de la materia observada en el universo, pero no dejan de estar ahí. Hoyle llevaba muchos años dándole vueltas a este problema y finalmente a final de la década de los 40, se pone a trabajar en ello seriamente. De este modo descubre que la fragua donde se crean el resto de elementos son las estrellas más masivas al morir. Cuando una estrella se queda sin hidrógeno, su principal combustible  que es su motor de fusión nuclear se para. Mientras que el proceso de fusión está en marcha, la energía liberada impide que la estrella colapse debido a la gravedad. Pero una vez se acaba el oxígeno la implosión es inevitable. Sin embargo la implosión en sí misma hace que la presión aumente y que la fusión nuclear se reinicie, pero esta vez con el helio como combustible. Este después se agotará provocando un nuevo colapso, al que seguirá una nueva fase de fusión. Mientras que la estrella se extiende y colapsa los distintos elementos más pesados se forman, para después convertirse en la nueva fuente de combustible. Y en cada una de las explosiones parte de la materia creada sale despedida. Así es como se crean el resto de los elementos de la tabla periódica. Desafortunadamente para el modelo del Universo estacionario, este descubrimiento aunque relevante para el mismo, acabará convirtiéndose en una prueba más respaldando la teoría del Big Bang. Esta, que ya predecía la abundancia de hidrógeno y helio, ahora tenía una forma de explicar la creación del resto de elementos dentro de su propio paradigma.

Durante años Gamow, Hoyle y sus colaboradores habían estado compitiendo hombro con hombro sin que ninguna de sus teorías consiguiera sacarle distancia a la otra en la carrera por la aceptación. Pero poco a poco la teoría del Universo estacionario empezó a sufrir los golpes de nuevas observaciones con evidencias en su contra. Primero la principal debilidad del Big Bang, un universo más joven que la tierra,  se fue desvaneciendo. Nuevas mediciones descubrieron errores en las distancias usadas para estimar la edad del universo. Esta pasó de 2000, más joven que la tierra a 4000, más o menos la misma edad y más tarde las distancias se extenderían más aún. Por otro lado, Hoyle había predicho que las galaxias más jóvenes tendrían que encontrarse a enormes distancias. Las radiogalaxias, un tipo de galaxia de la que solo observamos sus ondas de radio y no su luz, eran un gran candidato de galaxia-bebe. Estas resultaban estar extremadamente lejos favoreciendo la teoría del Big Bang.
Pero el golpe final llaga en 1964 cuando Robert Wilson y Arno Penzias encuentran accidentalmente un extraño fenómeno mientas trabajan para calibrar un radioscopio. Mientras intentaban ajustar este para la observación astonómica, no conseguían deshacerse de un constante ruido de fondo. Tras armar y desarmar el aparato varias veces buscando el origen de la interferencia. los dos físicos comienzan a pedir consejo a otros expertos. De esta forma Wilson y Penzias descubren un paper escrito por Robert Dicke y James Peebles que describía la interferencia perfectamente. Esta no era otra que la radiación de fondo del Big Bang, emitida poco después de la creación del universo. Dicke y Peebles habían llegado independientemente a la misma conclusión que Alpher, Herman y Gamow años antes. Inicialmente todo el crédito fue para Dicke y Peebles, pero finalmente Alpher, Herman y Gamow reciben su parte de reconocimiento.  

George Gamow muere cuatros años después de este descubrimiento, viendo reivindicada su investigación y toda su energía invertida en el estudio del origen del universo. Hoyle seguirá trabajando en puestos de dirección en distintas instituciones dedicadas a la astronomía hasta su jubilación. A pesar de la aplastante evidencia a favor del Big Bang, Hoyle muere en 2001 convencido de tener razón. De su titánico enfrentamiento nos queda haber descubierto el origen del universo y como se formaron los elementos de la tabla periódica de los que todos estamos hechos.

Este artículo está inspirado en el título “Big Bang” de Simon Singh, del que también se extrae la mayor parte de la información utilizada en su concepción.

En este video se explica la formación de los átomos de hidrógeno y helio durante el Big Bang:

https://www.youtube.com/watch?v=A8RfvwwdPZQ


Imágenes:

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