Supongo que a todos nos pasa en algún momento, que alguna de nuestras cualidades menos comunes nos hace sentirnos raros y cuando conocemos a alguien que comparte esta característica nos provoca una gran sensación de alivio. De repente te repartes el peso del problema con alguien más y puedes compartir esa experiencia con esa persona para no sentirte solo. Por desgracia hay a quienes este sentimiento de no ser como los demás les acompaña más que a otros, haciéndoles sentir fuera de lugar constantemente. Mostrando mi respeto y admiración por aquellos que se enfrentan a esta problema en mayor medida, yo voy a reclamar mi parte de esta tarta, no porque sí
, sino para enfatizar la
sensación de alivio y calidez humana que me ha producido descubrir un cierto
género de libros que ha nacido no hace mucho. Un micro-género que busca
reclamar un lugar en el mundo para un tipo personas con un carácter particular.
Y de entre todo lo que he aprendido uno de los datos más sorprendentes es que
entre un 30% y un 50% de la población entrarían dentro de esta categoría, así
que hay muchas posibilidades de que tu lector seas uno de nosotros, y de no
serlo evidentemente alguien en tu círculo íntimo lo es.
¿Y cómo saber si tú (o tus amigos o familiares) entras
dentro de la definición? Veamos… Casi siempre que vas a una fiesta o bar de
copas lleno de gente ¿Sientes que necesitas irte a casa o a un lugar más
tranquilo? ¿Se te ve apagado y bajo de energía en estos ambientes? ¿Te cuesta
competir por la atención en un grupo nutrido de personas? ¿Prefieres pasar
tiempo con tus amigos de uno en uno sitios tranquilos donde poder charlar? ¿Te
encanta leer, escribir o hacer otro tipo de actividades tranquilas, incluso más
que salir con amigos? ¿Si tienes que elegir entre una actividad de aventura
algo arriesgada y un paseo tranquilito eliges lo segundo? ¿El ruido excesivo
hace que te cueste pensar? ¿Eres más educado y amable que la media? ¿Tus amigos
de describen a veces como tímido o antisocial?
Si contestas que si a la mayor parte de está preguntas, cabe
la posibilidad de que tu personalidad se pueda describir como introvertida.
Introvertido, a diferencia de lo que muchos piensan, no significa que eres
alguien a quien le gusta guardarse su intimidad para sí mismo. Un introvertido
no es alguien que no te cuenta sus intimidades de la misma forma en que un
extrovertido no es alguien que te revela sus secretos. La definición de “introversión”
del Diccionario RAE es: Acción y efecto de penetrar dentro de sí
mismo, abstrayéndose de los sentidos. Más comúnmente introversión y
extroversión se aplican en el contexto de las relaciones sociales considerando
que el extrovertido disfruta de la compañía de otros mientas que el introvertido
prefiere pasar más tiempo solo. Luego veremos que esto no es exacto. La
distinción entre caracteres más pensativos y ensimismados y otros más lanzados
y chisposos no es nueva, y se observa en la literatura desde la antigüedad.
Pero el primero en sentar las bases de una descripción moderna algo más
rigurosa es Carl Jung, uno de los fundadores de la psicología moderna. Jung
describe a los introvertidos como más volcados en el mundo interior de los
pensamientos y los sentimientos, y a los extrovertidos en mundo exterior de la
gente y las actividades colectivas. La descripción de Jung era bastante
neutra y no consideraba a una por encima de la otra. Desgraciadamente la
cultura occidental en general tiende a favorecer la extroversión en extremo, y
esta tendencia se ha agudizado a lo largo del siglo XX hasta el punto de que
algunos manuales psicológicos prácticamente consideran la introversión como un
síntoma de problemas mentales. Probablemente, el desarrollo del comercio y de
las comunicaciones han motivado que la capacidad de destacar en grupo y de
salir airoso de situaciones sociales diversas con agilidad y gracia natural,
hayan puesto en valor las cualidades de los extrovertidos. El problema es que
no todos lo somos. Pudiera parecer que los extrovertidos son mayoría
aplastante. Pero esto se debe muy posiblemente, a que existe un gran número de
introvertidos esforzándose por no parecerlo. Es difícil saber qué proporción de
la población pertenece a cada grupo. Por supuesto la mayoría estamos en un
continuo entre estos dos polos opuestos de la personalidad. Pero por lo que he
leído hasta el momento, diversos estudios colocarían a entre un tercio y una
mitad de la población en el campo de los introvertidos.
Esto quiere decir, que una importante parte de la población
se ve a menudo presionada para comportarse de una forma que no les resulta
natural, lo que lógicamente es molesto y a largo plazo, puede provocar estrés y
problemas de identidad para aquellos que no consigan encontrar un entorno en el
que ser ellos mismo al menos unas horas al día. De la misma forma en que los
extrovertidos se relajan y cargan pilas cuando están rodeados de gente, los
introvertidos lo hacen en su intimidad, y mucho tiempo socializando les puede
dejar la batería totalmente seca. Aquellos que hayas leído libros de autoayuda,
quizás hayas encontrado en algunos de ellos, pasajes en los que se os anima a
comportaros de forma más extrovertida, mientras que se nos explica que los
extrovertidos son más felices. Eso estaría genial, todos tenemos la capacidad
de cambiar, y esta parece una forma fácil de llegar a ser feliz. Lo que no te
cuentan estos libros es que uno puede cambiar, pero dentro de unos límites y si
alguien realmente introvertido se pasa la vida intentando encajar en fiestas y
actividades movidas pues va a cavar quemado muy posiblemente. Pero el empujar a
los introvertidos a comportarse como si no lo fueran no solo es negativo para
ellos, lo es para todos. La introversión conlleva consigo una serie de
habilidades y talentos que son fundamentales para el funcionamiento de la
sociedad. Tanto como las cualidades de los extrovertidos. Luego me extenderé
más en este tema y en cómo lo más positivo para todos sería un equilibrio entre
ambos extremos. Pero ahora tratándose de un blog de ciencia voy a describir
algunos de los aspectos de la biología de introvertidos y extrovertidos.
Extroversión y extroversión son por supuesto etiquetas que
nos ayudan a clasificar un fenómeno complejo lo que es en sí mismo
problemático. Pero al menos ayudan a poder identificar una serie de rasgos
generales dentro de las conductas humanas. Ambos conceptos describen la
conducta de un individuo en un momento dado, no como esa persona ha llegado a
ser así. De hecho una persona puede llegar a ser introvertida o extrovertida
por senderos muy distintos. Diferencias en la infancia temprana o en la
educación recibida y otras experiencias personales particulares, pueden llevar
a distintos individuos hacia uno de estos dos polos de la personalidad. Pero
también existen tendencias innatas. Estudios comparando este tipo de rasgos en
familias y en gemelos monocigóticos y dicigóticos, muestran que la
heradabilidad en esta área ronda el 50%.
Una característica genéricamente transmitida de gran importancia a la hora de
que un individuo se convierta en introvertido o extrovertido es la sensibilidad
al estímulo. El Catedrático de Psicologia en Harvard, Jerome Kagan ha realizado
experimentos con bebés a los que después ha hecho un seguimiento a lo largo de
sus vidas que le han permitido evaluar el impacto de ciertas características
innatas en la personalidad de los sujetos de la investigación. Kagan ofrecía a
los bebés una serie de estímulos como explotar globos, colgar móviles de cuna
con colores chillones, ofrecer olores fuertes en un algodón, etc, para observar
como estos reaccionaban. Un 20% de los niños comenzaban a mover las
extremidades agitadamente de forma sistemática. A este grupo Kagan los
clasificó como altamente reactivos. Un 40% se quedaban echados tranquilamente
moviendo las extremidades ocasionalmente, por lo que se los consideró de baja
reactividad. El resto caían entre unos de estos dos extremos. Kagan pronosticó
en su teoría, de forma un tanto contraintuitiva, que los niños que agitaban brazos y piernas
enérgicamente se convertirían en los adolescentes más tranquilos y
ensimismados. Los niños se presentaron de nuevo para realizar test en distintos
momentos de su vida. A los 2, se encontraban con asistentes vestidos de payaso,
de científico loco o con robots de radiocontrol. A los 7 se les exponía a socializar con niños
a los que nunca habían visto y a los 11 se entrevistaban con un investigador.
El comportamiento de los niños durante las pruebas era observado concienzudamente
y a las familias se les pedía información sobre la vida de los niños, su forma
de comportarse en casa, en colegio… Resulta que la mayoría de los bebes que se
agitaban, reaccionando más a los estímulos se habían convertido en adolescentes
serios y cuidados, mientras que los que se quedaban tumbados tranquilamente
eran los más relajados y desenvueltos socialmente. La correlación estadística entre alta
reactividad a los estímulos e introversión parece innegable. Además los
estudios de Kagan muestran que estos rasgos de carácter son estables a lo largo
de la vida.
Esto muestra que los introvertidos no solo son más sensibles
a la hora de sociabilizar. Lo son en general y no un sentido poético. Los niños
más reactivos en los estudios de Kang perciben cualquier sonido, imagen, olor
es sentida con más fuerza. Por ello
tienden a ser más observadores, incluso sus pupilas se mueven más a
menudo. El sentir los estímulos de menor intensidad les hace reaccionar a todo
un espectro de fenómenos a que pasa desapercibido para los extrovertidos que
prefieren la inmersión en plena acción que pararse a contemplar lo que pueda
pasar, dentro de sus cabezas. El estereotipo de hombre de acción tan enaltecido
en el mundo occidental no encaja para los que son sensibles de naturaleza.
Lanzarse con los brazos abiertos en un mar de sobrestimulación solo les va a
saturar hasta que su mente se bloquee ¿Y para qué esforzarse tanto por cambiar ?
Los niños sensibles de este estudio demostraros que su capacidad para anticipar
el futuro y su prudencia les lleva la
mayor parte del tiempo a tomar las decisiones correctas y a ahorrar un montón
de energía y tiempo sin exponerse a peligros innecesarios. No suena tan mal
como estrategia vital, aunque los anuncios de refrescos y videoclips prefieran
ensalzar solo la forma opuesta de enfrentarse al mundo.
De hecho esta estrategia, por su eficacia, no es usada solo
por humanos. También se aprecia en multitud de otras especies animales, desde
simios hasta moscas. Llamar a este tipo de animales introvertidos, quizás sea
ir un poco lejos. Pero en un gran número de especies existe un porcentaje de
alrededor del 20% (coincidiendo con el porcentaje de niños más reactivos) de la
población que muestran un comportamiento más tímido a la hora de enfrentarse al
medio. Un ejemplo concreto es el experimento del biólogo Davis Sloan Wilson. En
este experimento Wilson introduce una serie de trampas metálicas en una pecera
llena de perca soles. Los peces más desinhibidos se acercan tranquilamente a
observar de cerca la novedad y son atrapadas, mientras que los más aprensivos
se quedan a salvo observando que pasa desde un lugar seguro. En otro
experimento Wilson traslada a todos los especímenes a una nueva pecera llena de
comida. Los peces más atrevidos se aclimatan más rápidamente y empiezan a
alimentarse con normalidad hasta cinco días antes. De este experimento emerge
un patrón que se observa en otras especies. Los sujetos más atrevidos, salen
sin temor a buscar comida durante mayor tiempo y exponiéndose más. Esto
significa que en épocas de escasez tienden a sobrevivir en mayor medida y a
tener más crías, ya que encuentran más comida ¿Pero qué pasa en épocas en las
cuales la comida es abundante? Entonces tanto los sujetos más lanzados como los
más prudentes encuentran comida, pero los segundos tienen muchas menos posibilidades
de ser engullidos por un depredador o de morir de forma accidental. Así que la
idea de que solo los más fuertes, lanzados y agresivos son los únicos que
sobrevivirían a una vida salvaje es un montón de caca. Los chavales timidillos
estaríamos por ahí por las esquinas observando que hacen los demás para
aprender de ellos y no cometer las mismas cagadas. Menos guay para una anuncio
de vaqueros, pero igual de efectivo. En especies más cercanas a nosotros como
se pueden detectar incluso genes específicos que causan comportamientos
introvertidos al igual que los adultos, como por ejemplo el gen 5-HTTPLR en el
macaco Rhesus o macaca mulatta. Los macacos que poseen este gen son más
sensibles a imágenes que muestran a otros macacos sufriendo o implicados en
accidentes, su amígdala (área del cerebro clave en el proceso de emociones)
muestra una mayor actividad en estos experimentos. Los individuos con este gen
tienen un menor índice de supervivencia cuando se enfrentan a una infancia
dura, sin padres o con padres abusivos o negligentes. Pero cuando son criados
con atención y cariño por otros macacos, desarrollan redes sociales más amplias
y a menudo se convierten en líderes de grupo. Se estima que este éxito se debe
a la gran cantidad de horas que estos sujetos pasan analizando el comportamiento
de los demás. Quien come con quien, quien desparasita a quien, qué gusta o
disgusta a cada miembro del grupo. Es curioso que el gen mismo gen que hace a
los humanos sensibles y esquivos haga a los macacos sensibles y populares.
Quizás se deba al carácter ligeramente menos agresivo y dominante de los
macacos.
Aun cuando la genética altamente reactiva a los estímulos de
muchos humanos de cuenta de un gran porcentaje de los individuos más
introvertidos entre los humanos (un 20% la población total), aún quedan muchos
hasta completar el tercio o la mitad que se estima existe en la población. Las
vías para llegar a este mismo lugar pueden ser múltiples. Si un niño no destaca
en sus habilidades físicas a la hora de explorar el medio y de jugar con otros
niños, será más dado a retirarse al mundo de sus propios pensamientos y puede
acabar haciéndose más introvertido. Cualquier otro tipo de rechazo social puede
conducir a un aislamiento forzado que obligue al individuo a desarrollar
habilidades más introspectivas para lidiar con la soledad. Cuando en nuestras
vidas pasamos por momentos de crisis y gran sufrimiento a menudo nos hacemos
más sensibles, y esto podría otro camino a la introversión y la quietud. Sea
cual sean las causas, deberíamos alegrarnos de que ambos polos de la
personalidad existan.
Anteriormente adelanté que iba a comentar una serie de
cualidades particulares en las que los introvertidos destacan especialmente.
Hoy en día se da un gran valor al trabajo en grupo y se promociona
constantemente como herramienta de estudio y de trabajo. Trabajar en equipo
está muy bien. Pero la mayoría de las ideas más brillantes de la historia han
surgido en las mentes de individuos más o menos brillantes, mientras que estos
disfrutaban la intimidad de su propia soledad. Cuando nos concentramos para
pensar nos apartamos del mundo y de los demás. Las interacción interpersonal es
muy trabajosa y requiere que gran parte del cerebro este dedicada a este
esfuerzo. Además los humanos cuando estamos en compañia caemos fácilmente presa
de un fenómeno conocido como mentalidad de grupo, por el que pensamos y
expresamos lo que creemos que el resto del grupo considerará correcto. Los
introvertidos, gracias a su capacidad para sumergirse en su propia mente, son
capaces de superar muchas de estas distracciones. Así, consiguen observar su
entorno más cuidadosa y objetivamente y se dan el tiempo para procesar esta
información meticulosamente, mientras los más gregarios utilizan todo su seso
para navegar el mundo de las interacciones sociales. No es extraño pues, que en
el mundo de los grandes creadores, descubridores y resolvedores de problemas,
los introvertidos destaquen especialmente. El estereotipo del empollón, del
artista atormentado, del informático antisocial… ilustran esta realidad. Varios
de los científicos y matemáticos más
importantes de la historia sobrepasan lo introvertido hasta llegar casi a los
patológico, como Newton, Gauss o Paul Dirac, y el resto tienden más a la
introspección y la sensibilidad (no quita que los haya extrovertidos y
chisposos también). La mayoría de los grandes artistas también buscan la
soledad a la hora de crear ayudándose del silencio y la tranquilidad para poder
concentrarse totalmente en su trabajo. Las grandes sinfonías y obras literarias
de los últimos siglos no han surgido mediante un proceso de lluvia de ideas,
repartición de tareas en comisiones y reuniones de trabajo constantes. Un
artista necesita hacer representaciones mentales de su obra constantemente lo
que consigue haciendo inmersiones en su mundo interior, en su mente. También
necesita observar cuidadosamente el mundo que desea plasmar en su obra, ya sea
en forma de imagen, verbo o sonido. De nuevo los introvertidos están mejor
dotados en estas áreas.
Las ventajas de ser capaz de observar con gran agudeza y de
poder sumergirse en el mundo de la mente para crear nuevas ideas y conceptos
son de por si superpoderes altamente deseables. Valdrían de por si el coste de
una merma en la capacidad de destacar en el mundo de los social, de las grandes
aventuras deportivas o de la noche y el ligoteo. Pero recientes estudios añaden
capacidades más sorprendentes al repertorio introvertido. Por ejemplo, en
materia de liderazgo, un área que pareciera enteramente dentro de la
competencia de los más sociables, se están descubriendo ventajas de tener gerentes
y encargados introvertidos. Cuando en un grupo de empleados la mayoría de estos
tienen poca iniciativa y capacidad de automotivación, los líderes más energéticos
y directos consiguen una mayor eficiencia y producción. Pero en un grupo dónde
los empleados son más proactivos y toman iniciativas propias los papeles se
invierten. Los líderes más extrovertidos tienden a cohibir muchas de las ideas
e iniciativas más positivas sin darse cuenta. Por el contrario, los líderes de carácter
introvertido permiten a otros compañeros y empleados expresarse libremente y
delegan responsabilidades, posibilitando una productividad óptima. Esto
demuestra que ambas tendencias tienen sus ventajas en lo que a liderazgo se
refiere. Además los gerentes e inversores más introvertidos toman menos riesgos
lo que le da una gran estabilidad a las organizaciones en las que trabajan. No
hacen ganar a sus compañías grandes sumas de dinero a corto plazo, pero como
todos sabemos, estos grandes beneficios a corto plazo no son lo más deseable para
el resto de la sociedad.
En el plano personal los introvertidos también aportan mucho
a sus grupos de amigos y sus familias. A la gente más sociable a menudo les
molesta la tendencia de los más introvertidos a llevar cualquier conversación
hacia temas profundos y problemas personales. Esto “no mola” hasta que algo te
va mal y necesitas contarle tus problemas a alguien y recurres a tu amigo
introvertido para que te escuche. Los introvertidos por lo general se sienten
menos cómodos con temas de conversaciones banales o hablando por hablar.
Prefieren tratar temas que les preocupan, discutir informaciones nuevas y
compartir puntos de vista. Esto rara vez te va a convertir en la estrella o el
gracioso de tu grupito, pero si en alguien que puede mantener conversaciones
fascinantes en petit comité. Un mito un tanto injusto es que a los
introvertidos no les gusta la gente. Se darán casos, pero la mayoría de los
introvertidos disfrutan la compañía de los demás y de hecho la necesitan y se
entristecen si no pueden acceder a ella con cierta frecuencia. La diferencia es
que para ellos prima la calidad sobre la cantidad, y prefieren contactos de uno
a uno. El introvertido pasa horas rumiando sobre todo tipo de problemas y
conceptos y cuando habla con los demás le gusta comentar sus reflexiones y
descubrimientos. Esto implica que prefieran madurar sus ideas en la intimidad
hasta que estas están listas para ser compartidas. El extrovertido sin embargo
encuentra la inspiración en la compañía de los demás y en la atención del grupo
y aunque con menor profundidad, es capaz de manipular ideas y conceptos rápidamente
con una agilidad fuera de las posibilidades del introvertido.
Si en la actualidad encontramos introvertidos y extrovertidos
es porque ambas estrategias han ayudados a sobrevivir a nuestros ancestros la
dura lucha por la supervivencia a lo largo de miles y millones de años. Mi
impresión es que ambas actitudes combinan entre si y un grupo que encuentre el
balance óptimo entre ambos extremos tendrá muchas más posibilidades de éxito.
Los humanos somos animales sociales e inteligentes. No somos los únicos
animales sociales pero si los estamos solos en lo que se refiere a depender
totalmente de nuestra inteligencia para la supervivencia. Igual que necesitamos
la tecnología material para salir adelante, con nuestras herramientas, casas y
medios de producción y transporte, también necesitamos constante renovación y
revisión de nuestra tecnología del pensamiento. Dependemos de nuevas
herramientas mentales que se adapten a condiciones ambientales que cambian
constantemente. Los introvertidos nos ayudan en este aspecto dedicando más
tiempo y energía a observar y a procesar información dentro de sus cerebros.
Las ideas e innovaciones consiguientes pueden ser usadas por todos por el bien
común, y aquí es donde a menudo los extrovertidos destacan poniendo estas
nuevas ideas en acción. Es como en la típica escena cómica, tipo Pumba y Timón.
En ella, el personaje más callado y apocado produce ideas brillantes que el
otro personaje más boca chancla y desenvuelto socialmente se apropia para sí
mismo, como si no hubiera oído nada. En la actualidad hay una tendencia en
muchas empresas y centros educativos a hacer girar todo el trabajo en torno a
las interacciones en grupo, sin dejar nada a la iniciativa personal y el
trabajo en soledad. Las oficinas separadas se sustituyen por espacios más
abiertos y los niños en las aulas pasan todo el día sentados en mesas dispuestas
para el trabajo en grupo. La tendencia viene de EEUU y en general tendemos a
comernos todo lo que viene de allí con patatas y sin rechistar. Pero recordemos
que el funcionamiento de una sociedad sana necesita tanto el trabajo en grupo,
como el trabajo individual. Dejemos un tiempo para reposar en paz y soledad a
aquellos que lo necesiten por el bien de todos. Y yo añadiría… por el amor del
cielo, cuando tu amigo quiera irse pronto de una fiesta o de un pub ¡¡Déjale ir
en paz!!
Este artículo está
inspirado en los libros El poder de la introversión de Laurie Helgoe y Quiet, (traducido
como El poder de los introvertidos) de Susan Cain. La mayor parte de la información
más específica proviene del segundo.
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