Donal Hoffman contra la realidad (material)


En cada momento histórico, las élites científicas y filosóficas de cada generación se topan con sus propios retos, pero el destino reparte la gloria del descubrimiento de forma desigual. Por ejemplo, el primer tercio del silgo XX presenció la aparición de la teoría de la relatividad y de la física cuántica de forma casi simultánea, desbancando de su trono a Newton después de siglos. Por el contrario, el inicio del siglo XXI se encuentra con la herencia de un estancamiento en física teórica que dura desde los años 1970, por más que se haya confirmado el bosón de Higgs (postulado de forma teórica en 1964).

Pero si bien la física anda empantanada en su búsqueda de la teoría del todo, la gran bestia negra de la investigación es la consciencia. Se esperaba que esta cayera cual fruta madura como resultado de los avances en la investigación neurológica. Y sin embargo, no solo es que no se haya descubierto como el cerebro genera una consciencia subjetiva, es que ni si quiera sabemos como afrontar el problema. El filósofo australiano David Chalmers es, probablemente, el que mejor ha sabido describir este atasco con su idea del “problema difícil de la consciencia”. Chalmers diferencia los problemas fáciles (describir como el cerebro procesa tareas específicas como el lenguaje, la visión espacial, coordinar determinados movimientos, etc.) del problema difícil: explicar como el cerebro produce las cualidades subjetivas de la percepción, nuestra imagen mental del color rojo, el dolor de una quemadura, etc., que en el fondo es lo más cercano y real a nuestra experiencia de estar vivos.

Tal es la desorientación, que los más atrevidos han apostado por líneas de investigación que dan totalmente la vuelta a los paradigmas científicos y filosóficos de nuestra era, y parecen acercarse a filosofías de siglos pasados o a conceptos más cercanos a las religiones orientales. La idea es que, si el materialismo no puede explicar de donde proviene la mente, entonces quizás el elemento fundamental de la realidad es la mente, y la materia es secundaria y emana de esta última.

La propuesta más extendida, y apoyada por el propio Chalmers es el panpsiquismo, que en su versión del siglo XXI propone que todo los seres que existen en el universo son conscientes, incluidos los átomos y las partículas subatómicas. De este modo, un electrón sería consciente de su propia existencia, o al menos sería consciente de “algo”, si bien de manera muy tenue. Y consciencias más básicas se combinarían hasta generar la nuestra propia.

Pero en este artículo querría presentar una propuesta que me parece algo más interesante (aunque aún tiene poca aceptación): el realismo consciente de Donald Hoffman. Hoffman es catedrático de ciencias cognitivas en la Universidad de California, Irving. A lo largo de su carrera se ha dedicado, sobre todo, a la investigación de la percepción visual. Pero en la última década, Hoffman se ha centrado en investigar su teoría de que la realidad material emana de la consciencia y no al revés. En su libro de 2019: The Case Against Reality: Why Evolution Hid the Truth from Our Eyes, Hoffman presenta sus hallazgos al publico general.

El punto de partida de Hoffman, su Teoría de la interfaz de usuario, difiere mucho del panpsiquismo. Para él, lo único real en última instancia es la mente, y postula la existencia de consciencias agentes que se combinan para producir mentes más complejas. El mundo material que percibimos no sería más que una interfaz de usuario provista para nosotros por la selección natural que nos permite sobrevivir y reproducirnos, pero que no nos permite conocer la realidad última tal y como es. Átomos, partículas subatómicas y sus correspondientes campos de fuerza, nuestro cerebro y sus neuronas, serían del mismo modo iconos de esta interfaz de usuario.

Hoffman utiliza la metáfora de un ordenador con su escritorio, iconos y distintas aplicaciones. Todo lo que percibimos como real, incluido espacio-tiempo y todos los objetos incluidos en él, no son otra cosa que el escritorio, aplicaciones e iconos de nuestra interfaz. Solo nos muestran información útil para desenvolvernos en el mundo y poder sobrevivir. Dentro de esta metáfora, la realidad sería el equivalente a todos los diferenciales eléctricos que representan el código binario, los 1 y 0 del ordenador, puertas lógicas, etc. Cuando intentamos usar el ordenador, acceder a toda esta información, no solo no sería útil, sería detrimental. Es mucho más conveniente quedarnos con la amable presentación de la interfaz que solo nos muestra una pantomima con información provechosa, sobre aspectos adaptativos, no reales. Nos ofrece aquello que necesitamos para tomar decisiones. Está idea esta desarrollada más en detalle en el paper de uno de sus colaboradores, Chetan Prakash titulado Fitness Beats Truth (la adaptación evolutiva gana a la verdad).

Esta teoría, que si bien novedosa, resuena con ideas desarrolladas por Kant en su obra Crítica de la razón pura, implica que el mundo real, más allá de la interfaz de usuario, está más allá de lo que ni siquiera podemos percibir. Aunque de forma más positiva, Hoffman tiene la esperanza de que con las herramientas matemáticas adecuadas, quizás podríamos ampliar algo más nuestra esfera de conocimiento. Para ello, Hoffman espera poder extraer las leyes conocidas de la física: el electromagnetismo, las fuerzas atómicas fuerte y débil y la gravedad de su aparato matemático para explicar la interfaz de usuario. A este nivel, Hoffman es humilde y admite que sus teorías, como cualquier teoría científica tiene muchos visos de ser falsada.

En lo que se refiere al resto de mortales, la implicación filosófica más importante que podemos extraer de las teorías de Hoffman es que, más allá de la muerte, no nos espera la desaparición de nuestra consciencia una vez cese la actividad de nuestro cerebro. Más allá, reside el misterio de lo que pudiera ser una consciencia desprendida de nuestro cuerpo individual, una conciencia más allá de la interfaz de usuario que es lo único que hemos conocido hasta la fecha. Si es que Hoffman está en lo cierto.


Este artículo está inspirado en el libro:

The Case Against Reality: Why Evolution Hid the Truth from Our Eyes”, de Donald D. Hoffman

Y documentado en el mismo y en este artículo:

"La Teoría de la Consciencia como Interfaz de Donald Hoffman" de Santiago Sánchez-Migallón

Imagen:

https://iai.tv/iai-academy/courses/info?course=the-case-against-reality








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